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Esta receta es fruto de muchos años, muchos, experimentando distintas versiones de crema de calabaza, buscaba algo que se saliera de lo anodino y me transmitiese alguna novedad al paladar. Creo fundamental el anisado que aporta el hinojo, bulbo fresco, con todas sus hojas y tallo y la cebolla morada frente a la blanca. 

 

Cuando te llevas la primera cucharada a la boca, el crujiente de semillas y pipas tostadas, la untuosidad de la yema de huevo poché, combinada con la cremosidad que aporta la batata, congenian de tal forma que tu cerebro, más concretamente tu hipotálamo, lo celebrará secretando una buena dosis de dopamina, guardándose una nota al dorso que le haga recordar: Esto nos gusta, hacerlo más. 

Porque también podemos exponernos a experiencias sensoriales excitantes a partir de platos caseros y vegetales, y de paso, generar un hábito que nos lleve a introducirlos de manera más cotidiana en nuestras decisiones alimentarias. 

 

Siento predilección por la calabaza, este fruto en baya me fascina. Podría comer calabaza casi de cualquier manera, pero sobre todo me gusta asada al horno.

Honrando a un cocinero del que he aprendido y disfrutado desde que lo conocí hace ya casi quince años, Yotam Ottolenghi, puedo decir que la combinación de calabaza asada con especias, frutos secos y tahini (o buena cantidad de sésamo tostado), es uno de mis platos favoritos, imprescindibles y sustanciales desde principios de septiembre hasta bien entrada la primavera. Se puede colocar sobre una base de hojas verdes y acompañar de un buen trozo de queso feta griego, un rulo de cabra francés o una buena burrata italiana. 

¿Y por qué hablo de esta otra receta si estamos con la crema? Porque podemos aprovechar recursos y tiempo. 

Paso a describir la mise en place y producción de este plato. 

Crema. Blog copia

Ingredientes

  • Media calabaza (la tipo cacahuete)
  • 1 bulbo de hinojo fresco
  • 1 patata mediana y 1 boniato más o menos pequeño
  • 2 zanahorias grandes 
  • 1 pimiento rojo grande
  • 1 cebolla morada grande
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1/2 cucharadita pequeña (cp) de pimienta blanca, de nuez moscada y jengibre en polvo
  • 1 cp de curry
  • 1 cp de hinojo en polvo
  • Semillas de sésamo blanco y negro y pipas de calabaza tostadas
  • 1 huevo campero o ecológico fresco por comensal

Elaboración

Pelar la calabaza con cuidado y con paciencia. Retirar la piel y cortarla en trozos. Aprovecha para hacer con la otra media calabaza la ensalada de calabaza asada y tahini que mencionaba al principio, no te vas a arrepentir. 

Pelar la patata, boniato, cebolla y las zanahorias y cortarlas. Lavar bien el hinojo y el pimiento rojo y trocearlos.

En una olla grande, encender el fuego, añadir un buen chorreón de aceite de oilva virgen y sofreír todo lo anterior a fuego medio durante 8-10 minutos. Condimentar con las especias y sal. Siempre es mejor echar de menos y rectificar al final. 

Añadir una cantidad de agua suficiente para cubrir, pero no más. La idea es que no sobre agua, no tengamos que desecharla y de esta manera, quede una crema más consistente y untuosa, y además no perdamos nutrientes que se desprendieron en ese agua que desechamos luego. 

Cocinar a fuego medio bajo durante 15 minutos. Pasado este tiempo, comprueba si necesita algo más de especias. 

Triturar con la batidora de mano. Crema para blog 2 copia

Un truco para que quede aún más untuosa esta crema: Mientras vas batiendo, incorpora un chorreoncito de aceite de oliva virgen y otro de leche entera o alternativa vegetal. 

Para el montaje del plato: antes de hacer el huevo poché sirve la crema en un bol individual y deja reposar. 

Prepación del huevo poché: 

Casca un huevo y ponlo en un bol pequeño.

Llena de agua un cazo pequeño, y justo antes de que llegue a ebullición, añadir un chorreoncito pequeño de vinagre, mover con una cuchara e inmediatamente añade el huevo. Retira del fuego y deja que se cocine exactamente 3 minutos. 

Saca el huevo con una espumadera y coloca sobre la crema. 

Añade unas semillas de sésamo blanco y negro, pipas de calabaza tostadas por encima, et voilà! 

Publicado en Recetas
Martes, 19 Julio 2022 16:38

Sumergirse en el Mediterráneo

 
Cada día me interesa más conocer nuestra relación con la comida, cómo somos, cómo comemos. La alimentación es el eje vertebrador de nuestra vida, y de ella depende gran parte de nuestra estabilidad emocional (y viceversa). Una relación de respeto y entendimiento entre nosotros y el alimento, de saber escucharnos y saber agradarnos, es un paso esencial para establecer una vida saludable y placentera. El maltrato al cuerpo es un error sancionador por sí mismo. Si entendemos esto, y actuamos en consecuencia (y con coherencia), habremos avanzado asombrosamente en el camino.
 
Posiblemente la gastronomía mediterránea sea una de las más consolidadas del mundo. Y dentro de ella, podríamos hablar de la gastronomía de Oriente Medio, la magrebí y la del sur de Europa (vayan la siciliana y la provenzal en mayúsculas). 
 
En común tienen materias primas centenarias, hierbas aromáticas y vegetales en cualquier plato. El sol y el mar, hacen el resto. Así que viajar a cualquier lugar del Mediterráneo puede constituir un acto de coherencia obligada, porque de placer, es un despropósito. 
 
Comer, es el arte in fine.
 
Me traigo estos sabores mallorquines después de unos días sumergida...:
 
  • Coca de trampó (base tipo pan fino con picadillo de tomate, pimiento, cebolla) con boquerones
  • Coca de bledes (acelgas)

Mallorca 11   Mallorca 3

  • Empanadas de carne y guisante, de verduras...
  • Frito mallorquín (verduras picaditas y salteadas con hígado, asaduras y mucho hinojo)
  • Mallorca 2   Mallorca 8 
  • Sardinas con parrillada de verduras y patató mallorquín salteado con hierbas
  • Tumbet (pastel de calabacín, berenjena, pimiento, patata y salsa de tomate
  • Mallorca 1 Mallorca 4
  • Fenoll mari (una planta rocosa que crece cerca del mar)
  • Sobrasada, también de cerdo negro y quelitas (galletitas saladas que tradicionalmente se comen con la sobrasada)
  • Queso de vaca y cabra (de Mahón)
  • Pan moreno, tomates de ramillete y aceite de oliva virgen extra para hacer pan amb oli
  • Mallorca 6 Mallorca 7  Mallorca 5

  • Y para endulzar....
  • Ensaimada (no necesita presentación)
  • Duquesas de requesón (con base de masa quebrada)
     
    Mallorca 9 Mallorca 10
     
    Sentada a la mesa, rodeada de gente amiga, se evaporan las angustias de la existencia...
    Lo tengo claro.
     
    La terapia del mar no deja indiferente a nadie. Escuchando sólo mi respiración y la presión de la profundidad bajo el agua, buscaba la vida, dejando atrás cualquier otro pensamiento. Es eso, el silencio, la observación sin reacción, sentirte espectadora de lo que ocurre, lo que te permite aprender y evolucionar.
    Viajar es un poco eso.
     
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Para mí la comida griega tiene aroma a hinojo. Quizás un griego que lea este blog me diga que no tengo ni idea, pero mi recuerdo es ése. Desde que viajé allí y me sumergí en un paraíso de platos creativos aromáticos basados casi todos ellos en vegetales, me quedé obnubilada con el hinojo. Esto, unido a la Provenza francesa, donde este alimento se utiliza por encima de sus posibilidades para un sinfín de platos, me ha contagiado inevitablemente en mi manera de entender la cocina. Y cuando me da por algo, no lo suelto.

Para el ávido de conocimiento, sepa que del hinojo se utiliza como esencia sus semillas, el tallo y las hojas picadas; y como hortaliza, el bulbo.

Volviendo a la cuestión griega. La Spanakopita es un pastel salado relleno de espinaca, con o sin queso feta. Se vende habitualmente en las panaderías de Grecia, y supone uno de los platos habituales en el emocionario gastronómico del griego de a pie, algo así como para nosotros la empanada o la tortilla de patatas. 

Esta receta tiene como ingrediente imprescindible la pasta filo. Es una masa hecha a base de harina de trigo, agua y sal, originaria de Grecia y Turquía. Sin embargo, también podría valernos la pasta brick, cuya única diferencia es que está hecha con sémola de trigo, es un poco más gruesa y tiene una textura más resistente. Esta es originaria de Túnez y Marruecos. Seguro que os suena la pastela. Y los que hayáis entrado en tiendas de alimentación árabes, estaréis hartos de verla, porque es un ingrediente básico.

En cualquier caso, siempre está la opción del súper, pero si te puedes aventurar a buscar en tu barrio alguna tienda curiosa, eso que ganáis el tendero/a y tú. 

La receta que yo he hecho está basado en ésta  y de ahí la opción de hacerla en espiral. Me parece más creativa y resultona, pero la opción más fácil sería plantearla como una empanada, es decir, intercalar hojas de pasta filo en horizontal, con el relleno. 

Por otro lado, hay recetas que añaden cebolleta al sofrito, utilizan queso ricota en lugar de feta y como hierba aromática ponen eneldo, en lugar del tomillo e hinojo. Y entenderán ustedes que después de la oda al hinojo que he hecho en la introducción, persista en mi idea de añadirlo.

La primera vez que la hagas quizás puede resultarte más laboriosa, pero luego le coges el punto, y es una gozada. Sobre todo por lo terapéutico del asunto (a mí hacer croché se me da regulero). Es saciante, sabrosa y aporta una textura jugosa. Y como aporte nutricional, equilibrada en su proporción de verdura, proteína e hidrato de carbono.

Y si te quedas con ganas de espinaca, siempre tienes la opción de hacer esta quiche que preparé hace un tiempo con base de avena.

Justificado el proyecto, pasemos a la acción:

 

INGREDIENTES

  • 250g Masa filo
  • 900g espinacas congeladas
  • 200g queso Feta (con Denominación de Origen, y por tanto, esté hecho con leche de cabra y/u oveja, pero de vaca)
  • 50g uvas pasas
  • 2 huevos camperos o ecológicos
  • 2 dientes de ajo
  • Tomillo, hinojo en polvo y pimienta negra
  • Aceite de oliva virgen extra

 

ELABORACIÓN:

Hervir las espinacas en agua y reservar. Yo he utilizado las congeladas por facilidad y porque no es su mejor temporada ahora, pero lógicamente la opción de espinaca fresca va por delante.

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Por otro lado, dorar los ajitos en una sartén con un chorreoncito de aceite de oliva (sólo unos segundos, lo justo para que tome sabor el aceite). A continuación añadir las espinacas muy bien escurridas, salpimentar y añadir un toque de hinojo en polvo y tomillo. Cocinar durante unos minutos, para que se impregne el sabor de los ajitos. 

En un bol, batir un huevo, el queso feta (aplastándolo con un tenedor hasta deshacerlo) y las pasas. Incorporar las espinacas salteadas, asegurándote que no contuviesen agua. 

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Sobre una superficie limpia, colocar el bloque de hojas de pasta filo. Utilizaremos 2 hojas por rollo. Pincelarlas utilizando una brocha de silicona con un pelín de aceite de oliva (otra opción es mantequilla, pero prefiero el aceite). Incorporar unas cucharadas de la mezcla de espinacas, repartir en una línea gruesa y enrollar asegurándote de que quede bien prieto el rollo. 

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Ir colocando cada rollo en forma de espiral sobre un molde de duralex (u otro material apto para hornear) previamente engrasado con aceite. Construiremos una espiral a base de trozos de rollo que iremos colocando en círculos concéntricos. 

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Una vez lista la espiral, pintamos generosamente con huevo batido la superficie, y horneamos a 180 grados durante 20-25 minutos, o hasta que esté dorada

 

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