Esta opción de palitos para acompañar cualquier untable (hummus, guacamole, baba ganoush, paté de sardinas, untable de calabaza y tahini... y cualquier opción que se te ocurra, porque a decir verdad no hay fin con este tipo de recetas) me parece una exquisitez.
Es una buena alternativa a la industrial, que no implica demasiado tiempo de elaboración. Aunque quiero señalar una cosa importante: cualquier plato que queramos currarnos mínimamente que sea rico, sano y atractivo, requiere de un proceso creativo y manipulativo mínimo, y eso es tiempo. No hay más. La cocina es un procedimiento ineludible por el que hay que pasar, si queremos implicarnos verdaderamente en nuestra alimentación, vamos a dejarnos de historias. Otra cosa es que nos organicemos los tiempos y distribuyamos a lo largo de la semana para reducir el tiempo invertido.
Esta receta está adaptada del blog de Lucía Martínez Dime qué comes, que leí hace un montón de años, y que no dejo de hacer. En su caso, ella lo planteaba como galletas, y de repente pensé que esto podía funcionar muy bien en el formato habitual que se vende en supermercados, y de esta manera, captar la atención de los comensales.
Ingredientes
Elaboración
Hidratar los tomates secos en agua durante unas horas, hasta que se reblandezcan. Trocéalos con las tijeras.
Mezclar en un bol todos los ingredientes, amasando con las manos. La masa debe quedar manejable, no pegajosa. Si es preciso, añade un pelín más de harina para ello, o de agua, en caso de quedar muy seca.
Hacer las formas que más te gusten, tipo palitos, por ejemplo.
Colocar en una bandeja de horno forrada con papel vegetal, y hornear 12-15 minutos a 180 grados o hasta que se doren.
Una vez horneadas, colocar en una rejilla para que se enfríen, luego conservar en un bote de vidrio cerrado, a temperatura ambiente (este último paso es muy importante).