Las navidades van llegando a su fin, pero queda la apoteosis final: los regalos. Aún de vacaciones, mi cerebro anda en formato desconexión, es por ello que no me llega el ánimo para adentrarme en cuestiones más trascendentales sobre la política de consumo actual (llevada a la incongruencia temeraria). Pero sí para dar algunas ideas de regalos sostenibles, útiles y algunos de ellos, por qué no, saludables, para aquellas personas que se debatan entre la desesperación y las ganas de salir corriendo, en las calles y tiendas...
1. REGALA NUTRICIÓN
¿Sabías que muchos de los hábitos alimentarios y estilos de vida actuales están relacionados con el riesgo de padecer enfermedades como la obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares? Por suerte, esto puede prevenirse.
Llevar una vida saludable no significa vivir a dieta, ni tener que machacarse en el gimnasio, es plantearse un cambio desde la base, implica detenerse, pararse a pensar qué es lo que realmente quiero para mí, y de qué manera podría alcanzarlo. Comer de manera saludable es una opción fantástica, pero plantearse un cambio de perspectiva en el que el acto de comer nos involucre como individuos conscientes y responsables de nuestros actos, es aún más sensato.
En mi consulta puedo ayudarte. Más información aquí.
2. REGALA LECTURA. Y como este blog tiene como leitmotiv la nutrición, hablemos de ella. Esta es una recopilación de algunos títulos escogidos entre varias compañeras de profesión y una servidora, para toda persona interesada en este ámbito de lectura:
3. REGALA CON SENTIDO COMÚN. Me parece una propuesta fantástica ésta que propone mi compañera Maribel Rama, para promover el consumo de productos que contribuyen de un modo u otro, a que nuestro planeta aguante todavía un poquito más. Estoy de acuerdo en que vamos evolucionando, vamos inventando ideas y aparatejos cada vez más cuquis, pero vamos a no perder de vista el sentido común, porque los vertederos (y por ende los océanos), ya no dan abasto a tanta basura. Compremos exclusivamente lo que necesitamos. Y recuerda, además de RECICLAR, intentemos poner en práctica las otras dos erres: REDUCIR y REUTILIZAR.
4. REGALA COCINA. Hay ideas de todas formas y colores, en este caso, elaboradas por mis compañeras Isabel Pérez y Ángela Moreno. Pasarse una mañana de domingo entera en la cocina, puede ser de verdad un gustazo, un éxtasis, y con alguno de estos cacharrejos, podremos hacer auténticas virguerías, cocina creativa asequible a cualquiera que desee intentarlo.
5. REGALA ACTIVIDAD FÍSICA es la gran asignatura pendiente de muchos... y a veces, no es cuestión de apuntarse a un gimnasio para seguir engrosando la lista de altruistas de este país, que donan cantidades ingentes de dinero a estos centros. ¿Por qué no proponernos este año, hacer más deporte, pero de verdad? En casa, en el parque, en la calle, contratando los servicios de un entrenador personal... no sé, pero HAZ ALGO Y MUÉVETE. En serio, no te pongas más excusas, porque tú y yo sabemos que carecen de fundamento, o forman parte del realismo mágico. Algunas propuestas de Ángela Moreno:
Y por supuesto, otra Navidad es posible, en la que comer y comprar, no sean la única dualidad evidente. Aprovecha para hacer esas pequeñas cosas que dejamos siempre a un lado, que no tienen que ver con comer, y que igualmente aportan dosis de bienestar y alimentan nuestras emociones: pasear tranquilamente en el silencio de la mañana, ir de excursión a la sierra, acudir a una exposición, ir a ver una película en versión original, quedar con alguien que hace tiempo que no ves, etc.
¡FELIZ 2019!
A lo largo de este 2018, han sido muchas las recetas que he ido creando para mis pacientes, y siempre que me queda un ratito, las comparto además a través de este blog. Tartar de calabacín y aguacate, tartaletas de espinacas con garbanzos, salmorejo de remolacha y pipas, ajoblanco, galletas de cacahuete y avena, brownie de algarroba... y muchas más que tienes a tu disposición en la sección Gastronomía de este blog.
Va acabando el año, y como colofón final, nos queda el acontecimiento gastronómico más contundente del año, la Navidad.
Si de verdad queremos terminar las fiestas sin remordimientos innecesarios, y con la sensación de no habernos convertido en autómatas que comen y beben por inercia, debemos de poner un poco de sentido común a tal debacle gastronómica.
Fuera de los días señalados, procura seguir tu alimentación habitual, fundamentalmente basada en vegetales (verduras, frutas, legumbres, frutos secos, cereales integrales) y no dejes de practicar actividad física a diario.
El exceso de proteínas de origen animal, así como de embutidos y dulces, suele ser el problema habitual en estas fiestas. Por ello, te recomiendo que priorices las verduras, frutas y legumbres en estos días, nos aportarán fibra y proteína de origen vegetal, además de aportarnos mucha mayor saciedad y equilibrio nutricional.
COME MUY DESPACIO, aprovecha para conversar con la gente que compartas mesa, disfruta de los sabores y texturas de esas comidas especiales, y DEJA EL CUBIERTO EN EL PLATO ENTRE BOCADOS.
Y por último, otro de los consejos que siempre doy en la consulta, aprovechar para hacer actividades que no hacemos normalmente, como pasear y disfrutar del olor de la mañana fresca, ir a una exposición o hacer una excursión a pueblos de la sierra.
Estas fechas no consisten en comer y comprar compulsivamente. Otra Navidad es posible.
Una mañana de trabajo, surgió de la mano de mi compañera Ángela la idea de crear un recetario para estas fechas navideñas. Poco a poco, y a través de un intenso intercambio de ideas y propuestas a diestro y siniestro, comenzó a nacer esta idea creativa, hasta lo que finalmente ha resultado y que hoy comparto con los lectores del blog, como regalo de Navidad. A veces el intenso trabajo de consulta nos impide llevar a cabo proyectos creativos como éste, y resulta toda una placentera divergencia cuando finalmente se consigue sacar tiempo y energía para ello. En mi caso, cocinar las recetas que incluí en el recetario, tomar las fotografías oportunas y finalmente sentarme a probar la obra, implica todo un ritual del que mana un profundo respeto y gozo.
¿Por qué un recetario temático?
A través de la comida, podemos sumergirnos en un mundo de sabores, texturas y aromas, a partir de los cuales, procurarnos una suerte de placer inexorable. A día de hoy, comer es un acto deliberado, sublime, elevado a las más altas esferas sensoriales, sin embargo, ciertas formas de alimentación, escogidas voluntariamente, o por imperativo de una enfermedad, tienen un sitio menos visible en la mesa de Navidad.
Nuestra intención no es otra que llevar el placer de comer a todo aquel que decida leer este recetario, aportando nuestro granito de arena como nutricionistas enamoradas de la cocina. Es por ello que hemos seleccionado distintas situaciones especiales, habituales en nuestras consultas:
VEGANISMO: La conciencia sobre la necesidad de basar nuestra alimentación en vegetales (verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, semillas…), está tomando fuerza, y requiere de un asesoramiento específico para conseguir un buen equilibrio nutricional.
FODMAP: El tratamiento nutricional de ciertas patologías digestivas es clave para la mejora y avance del paciente, pero es necesario ir más allá de dietas restrictivas y monótonas que hasta ahora se estaban llevando a cabo.
INSUFICIENCIA RENAL: Dentro de las patologías habituales en nutrición clínica, hemos escogido la insuficiencia renal, para transmitir una idea más amable sobre el tratamiento nutricional tan específico, y a veces carente de motivación, que se proyecta sobre esta enfermedad. He aquí una avanzadilla de los platos propuestos para este colectivo:
Y por supuesto, también hemos preparado un menú equilibrado para toda la población, elaborado con alimentos que salen de la tierra y del mar. Proponemos ideas frescas, más allá del tradicional menú navideño.
Podéis descargar el recetario navideño pinchando aquí.
Cualquier aportación que queráis hacer, podéis escribirla a través de los comentarios. ¡Espero que os guste!
P.D.: Sigo pensando que plantearse otra Navidad es posible , espero contribuir con este post a que hagamos de estas fechas, una época más racional.
Esta anécdota de mis años de Madrid, ilustra ciertamente gran parte de lo que reflejo en este blog, con mis pacientes, y con cualquiera que tenga la paciencia de escucharme.
Rodeada de modernitos francófonos e intelectuales de salón, culminaba una de esas tardes que comienzan siendo irrelevantes en tu vida, leer un libro, quizás ir a la compra y poco más. Pero de repente vi colgada en la nevera una invitación para una conferencia en Matadero, y me dije… pues venga. Invitado a la ocasión, un filósofo hedonista y francés (¡paren la música por dios!) que dio voz de repente a profundos pensamientos que una servidora albergaba sin saber muy bien dónde ubicar, desde hacía tiempo.
Michel Onfray, que así se llama, escribió, entre otros argumentos hedonistas, acerca de la Gastrosofía, un término necesario que aún no contempla la RAE, pero sí todos aquellos que experimentamos un placer en grado sumo en torno al acto de comer. Desde el pensamiento, la búsqueda del alimento, la preparación y manipulación, la posterior degustación, y claro, la buena conversación, compañía, música, contexto, y cuantos elementos sean susceptibles de intensificar dicha filosofía.
Las palabras salían de aquel hombre como si tal cosa, llegaban a mis oídos para convertirse casi en doctrina. Porque no había más verdad que aquello. Toda cocina revela un cuerpo, un estilo, un mundo.
Procurando rubor al público asistente, Onfray se deleitaba con la propia perversión de la palabra, con la invitación al placer proveniente no solo del alimento, sino de todo lo que le envuelve. Comemos todos los días de nuestra vida, incluso varias veces al día, ¡cómo podemos permitirnos el lujo de restar importancia a esta acción que nos permite estar vivos!
Permítanme además añadir que, los disgustos de la existencia se evaporan en la mesa, rodeados de gente amiga. No puedo establecer comparación alguna con el disfrute que para mí supone preparar una comida y compartirla en buena compañía. Por no hablar del ritual inherente a cualquier momento gastronómico: buen vino (entendamos sus distintas variantes para niños, y todo aquel que desea prescindir de él, no así una servidora), música, olores, sabores, colores, texturas, risas, palabras… que alguien me explique por qué esto no se enseña en la escuela desde pequeños. Por qué no nos explican que llevarse un alimento a la boca no es sólo el acto de nutrirse, sino de experimentar sensaciones muy profundas que nos permiten sentirnos muy vivos.
Algunos no estarán de acuerdo en lo que digo, pero a veces, es bueno salirse del guión, para entenderlo.
Cada día me interesa más conocer nuestra relación con la comida, cómo somos, cómo comemos. No podemos obviar que la alimentación es el eje de nuestra vida, y de ella depende gran parte de nuestra estabilidad emocional. Una relación de respeto y entendimiento entre nosotros y el alimento, de saber escucharnos y saber agradarnos, es un paso esencial para establecer una vida saludable y placentera. El maltrato al cuerpo es un error sancionador por sí mismo, ya nunca recuperaremos el tiempo perdido. Si entendemos esto, y obramos en consecuencia, habremos avanzado asombrosamente en el camino.
Decía Nietzsche, que el rechazo al alimento y al placer que procura está cercano al ascetismo, sea cual sea su forma.
Mary Frances Kennedy Fisher es una mujer de la que no tenía conocimiento hasta antes de viajar a la Provenza francesa; allí, los días se suceden con una belleza descarada… Una cronista culinaria norteamericana, de los años 60-70, apasionada del lenguaje y de la gastronomía, y como no de la Provenza, fusionándolas todas en prosas deliciosas que publicó en la época. Me quedé perturbada con la idea… Ese viaje contribuyó sin duda a justificar por qué hoy estoy donde estoy.
La foto de la portada es de allí (mis agradecimientos a mi querida amiga y compañera de viaje, Maribel, autora de la misma), de un pueblecito casi inapreciable en el mapa, perdido entre viñedos y campos de lavanda, donde fuimos recibidas por una señora encantadora, que nos regaló, una mañana cualquiera, un desayuno bajo un sol provenzal.
Y te vuelves a dar cuenta de que en el mundo hay gente buena, llena de ideas lindas en la cabeza, y te entran tantas ganas de no volver a casa y quedarte allí, en la huerta, recogiendo ciruelas para hacer mermelada, intentando darle un sentido a todo.