Esta receta tenía la voluntad de ensalada rápida para un miércoles en medio de la semana. Pero se levantó lluvioso, torrencial diría, a horas de iniciar el verano y me dio frío, bajo un cielo tan gris, tan inesperado. Así que improvisé un salteadito con casi los mismos ingredientes, pero cambiando el formato: con la rúcula hice un pesto, y leí varias recetas sobre la combinación de albaricoques con cebolla morada, maceradita con ron... y me lié. Los albaricoques están de temporada y hay que aprovechar. Y es así como nacieron estas fajitas de miércoles.
Mi sugerencia es que busques unas tortillas de calidad, donde sobran casi todos los ingredientes que suelen llevar habitualmente, y te quedes con aquellas que tengan harina de maíz, sal y poquito más. Yo las compro en ecotiendas, es más probable que allí vayas a encontrar este producto, que en un supermercado, donde anuncian a bombo y platillo que son integrales, y oye, bien, pero a cambio suelen llevar grasas hidrogenadas y más historias que se alejan de la intención inicial de tortilla mexicana. Por cierto, la receta casera es súper sencilla, y sería otra propuesta interesante si te ves con tiempo y con ganas.
Me flipan las alubias rojas (de Navarra). Las cocino en invierno con acelgas y ñoras, con caldo espeso y babeo si pienso en ese plato. Y para época de verano, propongo esta opción agridulce con un toque exótico.
Por último, si no dispones de tortillas mexicanas para ese día, prescinde de ellas y disfruta de este plato tal cual, lo merece igualmente.
Vamos con la receta:
INGREDIENTES PARA 3 PERSONAS (aprox, pues dependerá mucho de si lo combinas con otro plato, o es plato único)
ELABORACIÓN
Pela la cebolla morada y córtala en juliana. Lava los cherry y los albaricoques. Cortarlos en mitades (los albaricoques puedes cortarlos a su vez en otra mitad, si son grandecitos).
Coloca las alubias cocidas en un colador y enjuaga bajo el grifo hasta eliminar el líquido de conserva que traen (dejará de soltar espuma).
En una sartén caliente con un chorreón de aceite, echa la cebolla morada y cocina a fuego medio durante 10 minutos. Añade un chorreoncito de ron y cocina unos minutos a fuego alto hasta que reduzca el alcohol.
Incorpora las mitades de cherry y albaricoques y mezcla con cuidado que no se rompan.
Añade ahora las judías rojas cocidas. Dale un toque de sal y pimientas (negra y blanca) y cocina a fuego medio-bajo durante 5 minutos, y retira del fuego (si no, se desmoronarán los albaricoques).
Deja reposar unos minutos antes de rellenar fajitas.
Mientras tanto, en un mortero añade la rúcula, maja hasta reducir considerablemente su tamaño e incorpora los anacardos. Añade un chorreoncito de aceite de oliva para homogeneizar mientras sigues majando, hasta que quede más o menos reducido a una pasta.
Finalmente, coloca las tortillas sobre un plato e incorpora 2 cucharadas de masa sobre cada una. Termina con una cucharadita de pesto sobre cada una.
NOTA DE CONSERVACIÓN (Y APROVECHAMIENTO): Tanto si te sobra relleno de fajitas como tortillas de maíz, puedes perfectamente congelarlo. Lo primero en un tapper de vidrio y lo segundo en una bolsita bien cerrada.
Es tiempo de almadraba, un arte de pesca milenaria. El atún rojo de las almadrabas del litoral gaditano se captura de manera sostenible y selectiva. Este proceso se da entre finales de abril y principios de junio, cuando el atún alcanza su mejor calidad.
Es más que recomendable procurar el consumo de pescados capturados con pescas sostenibles como éstas, también pueden adquirirse las conservas y salazones. Comprar y consumir atún traído de los litorales gaditanos donde se practica este arte es una manera de reivindicar el producto local y la sostenibilidad. O más bien, conseguir las migajas que los japoneses nos dejen antes de llevarse las toneladas pa casa.
Puedes estar pensando en este momento "claro que sí, me hablas de sostenibilidad, ¿y los aguacates qué?" Toda la razón. La demanda hídrica del cultivo de aguacate es insostenible, y no es un producto que deba consumirse de manera frecuente. Procurar que su procedencia sea la Costa tropical de Málaga es requisito indispensable, pero además, reducir drásticamente su consumo también. Honestamente, no quería prescindir del aguacate para esta receta, pero este mismo tartar combinado con cerezas maceradas, es la próxima receta que pienso probar.
La mejor manera que se me ocurre de combinar este atún es con un gazpacho de cerezas y albahaca. Tanto el atún como la cereza, coinciden y se acompañan en la temporada, y no creo que puedan ponerse muchas pegas a semejante encuentro.
Es FUNDAMENTAL que, una vez compremos el atún fresco, lo congelemos durante 4-5 días para evitar contaminación por anisakis. Posteriormente, podremos consumir el pescado crudo sin ningún problema, manteniendo lógicamente las condiciones de la cadena de frío.
Vamos con la receta:
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
Descongelar el atún. Cortar en dados no muy pequeños y añadir a un bol. Mezclar con la salsa de soja, el aceite de sésamo, un puñadito de semillas de sésamo y el wasabi y dejar macerar durante media hora.
Cortar el aguacate en dados grandecitos. En un bol, marinar con el zumo de lima y un puñado de sésamo. Añadir unas vueltas de molinillo de pimienta negra.
Pasado el tiempo, escoge un plato bonito, coloca el aro metálico que te servirá como molde y pon primero el aguacate. Aplasta un pelín con el tenedor para compactar, pero no rompas el aguacate. Incorpora ahora el atún macerado, cuidando que no lleve líquido restante. Igualmente compacta un poco con el tenedor.
Espolvorea bien de sésamo y deja reposar en la nevera un ratito antes de servir.
La temporada de cerezas es tan efímera, tan etérea. Es una de esas frutas que gozan de una belleza extraordinaria. Me gusta contemplarlas, como una granada abierta, ambas sangrantes, rojas. Durante el mes de junio tendremos la posibilidad de disfrutarlas, y luego, se acabó. Más allá de comerlas tal cual, que es un placer, quería seguir con la inercia de los gazpachos diferentes, y al igual que el salmorejo de remolacha es casi un ritual para mí, con éste de cerezas me salgo de la comodidad.
La albahaca fresca que decidí en el último momento añadir a la receta ha sido una alegría inesperada. Potencia aún más el conjunto de sabores. Genial.
Trocear cerezas y quitarles el huesecito una a una es un trabajo bastante minucioso y no, no vas a tardar 5 minutos en preparar este gazpacho. Pero si lo piensas, es también meditativo. Si a esto le pones una música de fondo de éstas electrónicas tranquilas, te trasladas a un lugar durante un rato que te permite no pensar en nada más que los dedos ensangrentados del rojo de la cereza, y la música. Andaba hoy mientras cortaba cerezas, escuchando el Ojo crítico de Radio nacional, me gusta ese programa, y también las reflexiones que la periodista lanza mientras entrevista a escritores y gente de la cultura. Hoy hablaba del amor con un poeta catalán, y del conocimiento que alcanzamos sobre nosotros mismos al amar a otros. Cualquier cosa.
También es temporada de atún de almadraba, y la combinación la estaba pidiendo a gritos: Tartar de atún rojo de almadraba. Maridaje irreprochable.
Voy con la receta.
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
Lava muy bien los tomates y troceálos en un vaso de batidora.
Lava también muy bien las cerezas y con un cuchillo, córtalas en mitades, quitándole la pepita a cada una con la mano. Ve incorporándolas al vaso de batidora junto con el pimiento y la cebolleta troceados.
Trocea dos rebanadas de pan integral y añade.
Lava muy bien la albahaca, seca e incorpora al vaso.
Finalmente, añade un buen chorreón de vinagre, sal y pimienta negra molida con el molinillo.
Mientras batimos, incorporal el aceite de oliva, de esta manera tendrás una textura mucho más homogénea y untuosa.
Sirve muy frío, con unas hojas de albahaca por encima.
Lo decía Rochefoucauld: “comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente, es un arte” (…)
Y si la comida es una necesidad para todos, el placer de comer debería estar igualmente al alcance de todos (Mª José Pérez Samper)
Los amigos inspiran. Y estas recetas han sido elaboradas para ell@s. Son días pensando el menú, recopilando ingredientes, haciendo anotaciones de diferentes recetas...Y finalmente, horas en la cocina moldeando gyozas, tostando nueces al horno, majando el pesto, amasando panqueques.....
Porque cocinar para la gente que quiero es la mejor manera que tengo de demostrarlo, o al menos de intentarlo.
Y recibirlos en casa, con la mesa puesta y la botella de vino abierta, sin importar el tiempo, ni qué pasará luego... es probablemente un tributo a la coherencia (y la supervivencia) en los tiempos feroces que corren.
APOTEOSIS FINAL...
EL BRUNCH DE MEDIODÍA
(O ese desayuno que se junta con la comida y haces EN CALMA, sin importarte nada más)
El verano está a punto de irrumpir en nuestras vidas y el salmorejo de remolacha es una de esas recetas que llegado el momento, se convierten en piloto automático y la hago hasta aburrirme (y aburrir a los demás). Confieso que cada vez la preparo de una manera distinta, en realidad, cada día soy más anárquica en la cocina, es un acto de insurrección que me permito en estos tiempos que corren.
Salmorejos hay de todos colores y texturas (por ejemplo gazpacho de cerezas y albahaca), si eres de los que prefiere la receta tradicional, también está bien, pero entonces olvídate de ésta, que es bastante más dulce y con una textura algo distinta. Pero el sabor terroso de la remolacha bien fría, combinado con el crujiente de semillas, y el inexcusable toque de vinagre que te conecta con la esencia del gazpacho, es una sugerencia nada desdeñable.
Creo que la insistencia en educación nutricional no es tan efectiva como la invitación a la reflexión a través de la persuasión y la argumentación.
La fibra prebiótica de la remolacha es un excelente sustrato para las bacterias de nuestro intestino, la ya afamada microbiota intestinal. Gracias a este tipo de fibra, conseguimos que un tipo de bacterias proliferen frente a las patógenas. Tenemos pocas certezas en nutrición y nos pasamos la vida desmintiendo aquello que dijimos tiempo atrás. Veis, también aquí sería muy necesaria la insurrección, y dar carpetazo de una vez a tantas tonterías que en nombre de la nutrición se han dicho en las últimas décadas.
Pero en el caso concreto de la microbiota, intuyo que hemos abierto una senda investigadora que ya no tiene vuelta atrás y cambiará por completo lo que entendíamos por salud y nutrición.
Así que hacer lo posible por nutrirla bien y buscar ese equilibrio en el ecosistema bacteriano, igual no es tan mal opción.
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
Si las remolachas ya están cocidas, sólo tendrás que meterlas en el vaso de batidora junto con el resto de hortalizas, el puñado de pipas de calabaza, el vinagre de manzana, una cucharadita pequeña de comino molido y sal al gusto.
NOTAS IMPORTANTES:
Añade el aceite de oliva para el final, mientras estás batiendo para que emulsione y la textura final sea mucho más cremosa. Yo añadí por lo menos 2 dedos de un vaso.
El puñado de pipas de calabaza hace que la textura sea más untuosa.
Dejar reposar en la nevera al menos media hora antes de comer.
Para servir, añade un buen puñado de semillas y pipas de calabaza, y cómelo muy frío.
La lenteja negra, caviar o beluga, es una variedad de lenteja cuyo uso culinario no tiene fronteras. Su denominación remite al parecido físico que tienen con el caviar de "beluga" (los huevos del esturión beluga Huso huso). La encontrarás seguro en tiendas de legumbres a granel (mercados, ecotiendas), y en grandes superficies las están empezando a vender cada vez más habitualmente.
En general me apasiona la lenteja, el dhal hecho con lentejas rojas y amarillas es otra debilidad. Y justo a diferencia de las rojas y amarillas, las lentejas negras conservan mucho mejor su forma y textura al dente cuando se cocinan. Por eso funcionan tan bien en ensaladas.
A mí personalmente me parece que la combinación de lenteja negra con pescado y marisco es brutal, de hecho, puedes utilizarla para hacer un "arroz negro", en un momento de creatividad que te apetezca salirte del guion. Misma receta, con sepia, gambas, pez espada y alioli. Pruébalo.
En este caso, una ensalada fresquita de legumbres para este verano que acecha, me parecía buen plan.
Vamos con la receta:
INGREDIENTES PARA 2-3 PERSONAS
ELABORACIÓN
Enjuaga al chorro las lentejas y cuece en agua durante 12-14 minutos (de todas formas, ve comprobando que van dejando de estar duras y procura dejarlas no demasiado blandas, para que luego no se deshagan).
Pela el mango, córtalo a taquitos y reserva en un tupper (el restante úsalo para comerlo con yogur, como postre, añadir a otras ensaladas...)
Pela los langostinos y reserva.
Corta la verdurita cruda que vayas a utilizar (rábanos, zanahoria, pimiento rojo...)
Una vez cocida la lenteja, servir en un plato e ir incorporando los ingredientes de la manera que más te guste.
Aliñar con un chorreoncito de aceite de oliva virgen y si te apetece, acompáñalo de una buena cucharada de mostaza de Dijon.
Quién dijo que legumbre en verano no
Hay días que, por el motivo que sea, son anodinos, insustanciales, y cocinar me ayuda a nadar en ellos, sin mayor pretensión, sin buscar algo más.
Se me ocurrió la idea de cocinar este pan de limón cuando vi la peli de Benito Zambrano en mi querido Festival de cine europeo de Sevilla (adaptada de la novela de Cristina Campos). Tiempo después viajé a la Mallorca de interior junto con dos amigos que son un tesoro, y conocí el pueblo de Valldemossa, pero salí de allí pitando, espantada del turismo ortopédico en el que han convertido a ese pueblo maravilloso mediterráneo.
Así que pensé que elaborar la receta y manipular la masa, me conectaría de otra manera con aquella historia y me devolvería el sabor de boca auténtico que me dejó la peli.
Y ayer, volví a preparar este pan de limón, porque quería compartirlo con algunas personas que hacen del inicio del día un momento de risas y disuaden los fantasmas. Porque desde hace ya un tiempo, comenzar el día entrenando y riéndome, al margen de todo lo demás, y que se pare el tiempo, es un privilegio del que me siento afortunada. Y siento que quiero agradecérselo a esas personas de alguna forma. Cocinando puedo comunicar eso que siento. No sé si conseguiré transmitírselo, pero la intención está ahí.
Al llevarme un trozo a la boca y experimentar una textura tan jugosa, no demasiado dulce, donde la acidez del limón predomina indudablemente, pensé que mereció la pena otro día de esos anodinos, porque vuelvo a encontrar otra forma de resarcirme.
Al fin y al cabo, miserias tenemos todos y de todas clases en nuestro día a día, se trata de no amargarse la vida en exceso con ellas y tirar palante.
Importante, esta receta está basada en una que cogí del blog de La cuchara azul. Muy inspirador por cierto.
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
En un bol, mezclar los ingredientes secos: harina, levadura y sal
En otro bol, bate los huevos y el azúcar. Añade la leche y la mantequilla templada (pomada). Por último, ralla con un rallador 2 limones (previamente lavados). No ralles la parte blanca, sólo la corteza amarilla de cada limón. Exprime el zumo de uno de ellos, y el otro guárdalo para reutilizarlo en otra receta.
Mezclar ambas preparaciones con cuidado, sin bajar la espuma creada con la mezcla líquida de huevo. Añadir 30g de semillas de amapola junto con el chorrito de agua de azahar. Deja reposar unos minutos para que actúe la levadura.
Engrasar con aceite un molde de horno (vidrio preferiblemente). Añade la masa y por encima, cubre por completo con el resto de semillas de amapola.
Hornear 50 minutos a 200 grados (en función del horno, quizás debas bajar a 180 grados a mitad de cocción, si ves que se tuesta rápidamente).
Y a ver qué tal el día de hoy. De momento, aun con el sabor del café y limón en la boca.
Gracias a la Academia Española de Nutrición por haber confiado en Natalia Maglione y en mí para la dirección académica de estas I Jornadas de Obesidad en Madrid, y darnos la posibilidad y la libertad de realizar una propuesta rebelde y diferente.
Gracias especialmente a Giuseppe, Ingortze y Amparo, por la implicación y humanidad con la que trabajáis, han sido meses de mucho trabajo.
Después de las dos ediciones anteriores de Workshop de Obesidad, el objetivo está conseguido: desarrollar un programa de actualización científica con el foco puesto en la MUJER, alejado de las teorías reduccionistas clásicas de la OBESIDAD, y ampliando la mirada hacia aspectos de la salud femenina que tradicionalmente han sido INVISIBILIZADOS. Y hacerlo además PRESENCIAL, para juntarnos y crear REDES.
Los temas de las ponencias tuvieron como eje la mujer y algunas de las patologías y casos habituales que vemos en consulta, pero que paradójicamente no se les ha dado la relevancia necesaria: Síndrome de Ovario Poliquístico, Menopausia, Microbiota y Disbiosis, Entrenamiento de fuerza, Gordofobia, Conducta alimentaria y Ayuno intermitente.
Queda un largo camino por recorrer en el tratamiento nutricional de la obesidad desde un enfoque NO PESOCENTRISTA pero el trabajo ya ha comenzado.
Y gracias, cómo no, a todas las ponentes y asistentes por tanto que aportasteis con vuestras ponencias e intervenciones en los turnos de preguntas y reflexiones.
He aprendido muchísimo este fin de semana y vuelvo a Sevilla con la cabeza llena de nuevas ideas y proyectos.
Pero antes de todo eso, necesito reposar todo esto y bajar pulsaciones.
Abrazos, y buena semana.