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Domingo, 12 Enero 2025 19:26

Magdalenas de cerveza negra y cacao

Se me ocurrió que podría alegrarle el desayuno a mi querida amiga Luci en el día de su cumpleaños. Un café calentito mientras ve el amanecer desde la terraza de su casa antes de irse a trabahar. Y si acaso, poder conseguir así que el frío aragonés se le haga un poco más llevadero. 

Ojalá amiga. 

Esta es una receta muy sencilla y rápida de preparar, creo que esto siempre es un estímulo para lanzarse a prepararla en alguna tarde de éstas de invierno, en las que todo es un poco más gris.

Puede ser adaptada perfectamente para población intolerante a la lactosa y para la población celiaca.

*IMPORTANTE PARA PERSONAS QUE SEAN AL MISMO TIEMPO INTOLERANTES A LA LACTOSA Y CELIACAS:

Actualmente se fabrica cerveza negra SIN LACTOSA, y desde hace un tiempo, también cerveza negra SIN GLUTEN. Por ejemplo Guinness fabrica cerveza sin lactosa (pero con gluten), y Julieta Negra fabrica cerveza sin gluten (pero con lactosa)

En el momento de redactar esta receta, no he encontrado seguridad de ninguna marca que certifique que su cerveza esté exenta de gluten y lactosa al mismo tiempo. 

Así que no estaría indicada para personas que sean al mismo tiempo celiacas e intolerantes a la lactosa. 

Vamos con la receta:

INGREDIENTES (12 magdalenas)

  • 1 taza de harina de castaña. Si no la encontraras, puedes utilizar en su lugar harina de almendras (ninguna contiene gluten)
  • Media taza de harina de trigo sarraceno (no contiene gluten)  
  • Media taza de panela, o en su defecto azúcar moreno
  • 2 cucharadas soperas de cacao 100% en polvo (no contiene gluten ni lactosa)
  • 1 cucharadita de postre de bicarbonato
  • Media cucharadita de sal
  • Nueces troceadas para la masa
  • Semillas de amapola para la masa y semillas de sésamo para decorar
  • Dos tercios de taza de cerveza negra*
  • Un cuarto de taza de aceite de oliva virgen extra
  • Un tercio de taza de leche (SIN LACTOSA)
  • 1 cucharadita de postre de vinagre de manzana

 NOTA: Si no eres celiaca, entonces también puedes cambiar las harinas de castaña y trigo sarraceno, directamente por harina de trigo (preferiblemente integral). 

 

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ELABORACIÓN

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  • En un recipiente grande, mezclamos los ingrediente secos. Reservamos. 
  • En otro recipiente, mezclamos los ingredientes húmedos con unas varillas, e incorporamos al recipiente de ingredientes secos. Mezclamos todo con cuidado, con la ayuda de una paleta de silicona. 
  • Finalmente añadimos las nueces troceadas y las semillas de amapola a la masa, sin remover demasiado. Éstas le darán una textura más crujiente y entretenida a cada bocado.
  • Precalentamos el horno a 180 grados durante 10 minutos. 
  • Mientras, engrasamos con una brocha y un poco de aceite de oliva la bandeja/molde metálica para hornear magdalenas. Rellenamos cada molde dejando 1 dedo de grosor aproximado sin rellenar. 
  • Espolvorear un poco de sésamo por encima a cada una. 
  • Hornear a 200 grados durante 20 minutos. 
  • Antes de sacar del horno, pincha con un tenedor y comprueba si sale limpio. 
  • Espera un rato a que estén templaditas para desmoldarlas. Una vez se hayan enfriado por completo, consérvalas en un recipiente bien cerrado. 
 NOTA: Si no vas a consumirlas todas, puedes congelarlas en un recipiente bien cerrado. 
 
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Sábado, 12 Octubre 2024 11:32

Molletes de sarraceno y castaña (sin horno)

Está lloviendo a mares, el día está gris oscuro casi negro, de vez en cuando un relámpago avisa. El otoño ha tenido el gusto de aparecer, por fin. Y en una tierra del sur, un día como describo resulta de lo más exótico, todos llevamos días escuchando la previsión y diciéndonos con un poco de morbo y expectación: "Este fin de semana va a ser impresionante, así que a quedarse en casa". Yo creo que en definitiva necesitamos algo que nos saque de lo anodino, y por estos lugares, lo anodino es el calor y el sol, así que la lluvia, nos hipnotiza durante un par de días. Luego, ya es otra historia. Pienso mucho en el norte, en todos los nortes donde la lluvia y el gris es la constante, y aunque sea el eterno tema de conversación y no diga nada nuevo, me resulta alucinante cómo el clima define a un pueblo.

Pienso en un amigo de Bilbao con el que he compartido a lo largo de los años muchas horas de conversación apasionada sobre cocina, y siempre me parecen pocas, porque además, algo que nunca cambia es lo que me río con él. En la última ocasión, llovía y recuerdo las risas que nos echamos una sevillana y un bilbaíno en Donosti, el cual no dába crédito a que yo no hubiera  traído (ni siquiera pensado) un paraguas o un chubasquero al norte. 

Lluvia, cocina e intentar hacer de esta vida un ratito agradable, a pesar de todo. Así que hoy, ya sí, esta receta tenía que hacerla. 

La harina de castaña es difícil de conseguir, para qué engañarnos. Principalmente hay dos opciones: vivir o viajar a Galicia, en cuyo caso es asombrosamente sencillo de encontrar, o pedirla en la ecotienda más cercana a tu casa, y que consigas que te la traigan. También está la opción de internet, si ya nos vemos muy apurados. Pero si quieres das con ella, no nos atasquemos aquí. Una alternativa en última instancia es la harina de almendra, de composición y estructura similar. 

La harina de trigo sarraceno sí que puedes conseguirla sin nigún problema en ecotiendas y en muchos casos, en grandes superficies tipo Carrefour, Alcampo, El Corte Inglés, etc. Reconozco que siento predilección por este sabor, también con el grano de trigo sarraceno cocido y acompañando verduras, tofu, carne... 

Esta receta no tiene gluten, y no es casual. Le debo el gusto a una paciente que la compartió conmigo hace un tiempo, en su búsqueda incesante de recetas creativas adaptadas a las necesidades que demanda su enfermedad autoinmune, pero también su pasión por aprender. Yo me tomé la licencia de adaptarla a mi estilo, incluyendo harina de castaña en lugar de otras harinas sin gluten. Así que de nuevo, agradecida por este descubrimiento, porque cocinar este pan supone reencontrarse con sabores muy auténticos. Dicen que el sabor del sarraceno es así como terroso, herbáceo y cercano a la nuez. A mí me parece que tiene algo de amargo y sin duda, intenso, por lo que me vuelve tan entusiasta. No pasa desapercibido en cualquier formato que te lances a probarlo. Y claro, unirlo a la harina de castaña, que también es terrosa pero aporta dulzor, propicia una sinergia de sabores. 

La elaboración de este pan tiene la peculiariedad de que no requiere horno, sino sartén. Y como cualquier manipulación de masas, ayuda a abstraerse un rato de todo, si quieres con una buena música de fondo, o escuchando cómo llueve. El resultado es un bollito de pan de un sabor muy intenso, con una miga densa pero nada apelmazada y muy saciante, debido al alto contenido en fibra y proteína

 

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Vamos con la receta:

INGREDIENTES (8 molletes aprox)

  • 2 tazas de mezcla de harina de castaña y harina de trigo sarraceno (yo puse más de castaña que de sarraceno)
  • Media taza de agua
  • 2 cucharadas de postre levadura de panadero
  • 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
  • 2 cucharadas soperas de semillas de chía
  • 1 cucharadita de semillas de lino molidas
  • 2 cucharaditas de café de sal

ELABORACIÓN

Mezclar los ingredientes secos (harina, levadura, semillas, sal). Incorporar el aceite de oliva y el agua tibia. 

 

Amasar con paciencia hasta conseguir una masa manejable con las manos. Es fundamental este proceso para que la miga posteriormente adquiera una textura menos compacta y más disfrutable. 

 

Colocar la masa en un recipiente, tapar con una trapo húmedo y dejar reposar unas 2 horas en un lugar fresco, seco y alejado de la luz, para que la levadure comience a fermentar. Cuanto más tiempo demos, mayor será la fermentación y el beneficio a nuestro intestino (y también más potente será su sabor).

 

Pasado este tiempo, nos disponemos a elaborar las piezas. Coge pellizcos de masa (unos 80g por bola) y haz una especie de torta gruesa. La idea es que sea lo más parecido a un pan tipo mollete, aunque el diámetro será menor.

 

Hazte con una sartén grandecita donde puedan caber 4 piezas y de esta manera tardes menos. Calienta hasta que adquiera mucha temperatura y colocar 4 bollitos. Bajar inmediatamente el fuego (vitro = 2 sobre 9), para cocinarlos a fuego bajo, con el objetivo de que no se quemen por fuera, y se queden crudos por dentro. Aproximadamente 10-12 minutos como mínimo por cada lado

 

Voltear los bollitos varias veces en total para conseguir una cocción homogénea. 

 

Una vez todos cocinados, colocar sobre una rejilla para que reposen y pierdan temperatura. Si no piensas consumirlos rápido, mejor congélalos. Para ello, espera unas horas a que estén a temperatura ambiente, y mételos en una bolsita cerrada en el congelador, para que no se impregne de ningún olor. 

Pan de castaña

Un bollito de éstos con un buen chorreón de aceite de oliva virgen y un café, o dos, y pasar el resto de la mañana leyendo.

Plan sobrevenido de lluvia de otoño y cocina. Falta elegir la peli. 

 

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El verano está a punto de irrumpir en nuestras vidas y el salmorejo de remolacha es una de esas recetas que llegado el momento, se convierten en piloto automático y la hago hasta aburrirme (y aburrir a los demás). Confieso que cada vez la preparo de una manera distinta, en realidad, cada día soy más anárquica en la cocina, es un acto de insurrección que me permito en estos tiempos que corren. 

Salmorejos hay de todos colores y texturas (por ejemplo gazpacho de cerezas y albahaca), si eres de los que prefiere la receta tradicional, también está bien, pero entonces olvídate de ésta, que es bastante más dulce y con una textura algo distinta. Pero el sabor terroso de la remolacha bien fría, combinado con el crujiente de semillas, y el inexcusable toque de vinagre que te conecta con la esencia del gazpacho, es una sugerencia nada desdeñable. 

Creo que la insistencia en educación nutricional no es tan efectiva como la invitación a la reflexión a través de la persuasión y la argumentación.

La fibra prebiótica de la remolacha es un excelente sustrato para las bacterias de nuestro intestino, la ya afamada microbiota intestinal. Gracias a este tipo de fibra, conseguimos que un tipo de bacterias proliferen frente a las patógenas. Tenemos pocas certezas en nutrición y nos pasamos la vida desmintiendo aquello que dijimos tiempo atrás. Veis, también aquí sería muy necesaria la insurrección, y dar carpetazo de una vez a tantas tonterías que en nombre de la nutrición se han dicho en las últimas décadas.

Pero en el caso concreto de la microbiota, intuyo que hemos abierto una senda investigadora que ya no tiene vuelta atrás y cambiará por completo lo que entendíamos por salud y nutrición. 

Así que hacer lo posible por nutrirla bien y buscar ese equilibrio en el ecosistema bacteriano, igual no es tan mal opción. 

INGREDIENTES

  • 2 remolachas cocidas grandes (puedes comprarlas ya cocidas al vacío, pero no en bote ralladas en conserva)
  • 2 tomates (yo he utilizado Tomate Rosa de Los Palacios, carnosos, cremosos, dulces)
  • 1 medio pepino
  • 1 pimiento verde
  • Buen puñado de pipas de calabaza
  • Semillas variadas y algunas pipas más para decorar
  • Comino molido
  • Aceite de oliva virgen
  • Vinagre de manzana

ELABORACIÓN

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Si las remolachas ya están cocidas, sólo tendrás que meterlas en el vaso de batidora junto con el resto de hortalizas, el puñado de pipas de calabaza, el vinagre de manzana, una cucharadita pequeña de comino molido y sal al gusto.

NOTAS IMPORTANTES:

Añade el aceite de oliva para el final, mientras estás batiendo para que emulsione y la textura final sea mucho más cremosa. Yo añadí por lo menos 2 dedos de un vaso.

El puñado de pipas de calabaza hace que la textura sea más untuosa.

Dejar reposar en la nevera al menos media hora antes de comer.

Para servir, añade un buen puñado de semillas y pipas de calabaza, y cómelo muy frío. 

 

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Hay días que, por el motivo que sea, son anodinos, insustanciales, y cocinar me ayuda a nadar en ellos, sin mayor pretensión, sin buscar algo más. 

Se me ocurrió la idea de cocinar este pan de limón cuando vi la peli de Benito Zambrano en mi querido Festival de cine europeo de Sevilla (adaptada de la novela de Cristina Campos). Tiempo después viajé a la Mallorca de interior junto con dos amigos que son un tesoro, y conocí el pueblo de Valldemossa, pero salí de allí pitando, espantada del turismo ortopédico en el que han convertido a ese pueblo maravilloso mediterráneo.

Así que pensé que elaborar la receta y manipular la masa, me conectaría de otra manera con aquella historia y me devolvería el sabor de boca auténtico que me dejó la peli. 

Y ayer, volví a preparar este pan de limón, porque quería compartirlo con algunas personas que hacen del inicio del día un momento de risas y disuaden los fantasmas. Porque desde hace ya un tiempo, comenzar el día entrenando y riéndome, al margen de todo lo demás, y que se pare el tiempo, es un privilegio del que me siento afortunada. Y siento que quiero agradecérselo a esas personas de alguna forma. Cocinando puedo comunicar eso que siento. No sé si conseguiré transmitírselo, pero la intención está ahí. 

Hay personas que hacen ilustraciones preciosas que admiro profundamente, y que  jamás podría hacer, no tengo ni idea de dibujar. A mí en días anodinos me gusta cocinar. Y hasta el momento, me funciona. Me sumerjo en mí misma, como dice Leila Guerriero, "flâneurismo vital". Tener la capacidad de ensoñarse arreglando plantas, mirando por la ventana o preparando este pastel. "No consiste en no hacer nada, sino en hacer, no haciendo". 
 

Al llevarme un trozo a la boca y experimentar una textura tan jugosa, no demasiado dulce, donde la acidez del limón predomina indudablemente, pensé que mereció la pena otro día de esos anodinos, porque vuelvo a encontrar otra forma de resarcirme.

Al fin y al cabo, miserias tenemos todos y de todas clases en nuestro día a día, se trata de no amargarse la vida en exceso con ellas y tirar palante.

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Importante, esta receta está basada en una que cogí del blog de La cuchara azul. Muy inspirador por cierto.

 INGREDIENTES

  • Ralladura de 2 limones grandes
  • Zumo de 1 limón
  • 350g harina de trigo integral
  • 150g azúcar integral (panela). (Si el sabor muy ácido de primeras no te entusiasma tanto, prueba haciéndolo primero con 200g de azúcar, y en las próximas ve bajando cantidad). 
  • 3 huevos camperos o ecológicos
  • 250 ml leche entera o semi
  • 1 sobre levadura en polvo
  • 175g mantequilla pura de vaca (no margarina)
  • 40g semillas de amapola
  • Cucharadita pequeña de sal
  • Chorreoncito de agua de azahar

ELABORACIÓN

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En un bol, mezclar los ingredientes secos: harina, levadura y sal

En otro bol, bate los huevos y el azúcar. Añade la leche y la mantequilla templada (pomada). Por último, ralla con un rallador 2 limones (previamente lavados). No ralles la parte blanca, sólo la corteza amarilla de cada limón. Exprime el zumo de uno de ellos, y el otro guárdalo para reutilizarlo en otra receta. 

Mezclar ambas preparaciones con cuidado, sin bajar la espuma creada con la mezcla líquida de huevo. Añadir 30g de semillas de amapola junto con el chorrito de agua de azahar. Deja reposar unos minutos para que actúe la levadura. 

Engrasar con aceite un molde de horno (vidrio preferiblemente). Añade la masa y por encima, cubre por completo con el resto de semillas de amapola. 

Hornear 50 minutos a 200 grados (en función del horno, quizás debas bajar a 180 grados a mitad de cocción, si ves que se tuesta rápidamente). 

 

 

 

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Y a ver qué tal el día de hoy. De momento, aun con el sabor del café y limón en la boca.

 

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Esta receta es fruto de muchos años, muchos, experimentando distintas versiones de crema de calabaza, buscaba algo que se saliera de lo anodino y me transmitiese alguna novedad al paladar. Creo fundamental el anisado que aporta el hinojo, bulbo fresco, con todas sus hojas y tallo y la cebolla morada frente a la blanca. 

 

Cuando te llevas la primera cucharada a la boca, el crujiente de semillas y pipas tostadas, la untuosidad de la yema de huevo poché, combinada con la cremosidad que aporta la batata, congenian de tal forma que tu cerebro, más concretamente tu hipotálamo, lo celebrará secretando una buena dosis de dopamina, guardándose una nota al dorso que le haga recordar: Esto nos gusta, hacerlo más. 

Porque también podemos exponernos a experiencias sensoriales excitantes a partir de platos caseros y vegetales, y de paso, generar un hábito que nos lleve a introducirlos de manera más cotidiana en nuestras decisiones alimentarias. 

 

Siento predilección por la calabaza, este fruto en baya me fascina. Podría comer calabaza casi de cualquier manera, pero sobre todo me gusta asada al horno.

Honrando a un cocinero del que he aprendido y disfrutado desde que lo conocí hace ya casi quince años, Yotam Ottolenghi, puedo decir que la combinación de calabaza asada con especias, frutos secos y tahini (o buena cantidad de sésamo tostado), es uno de mis platos favoritos, imprescindibles y sustanciales desde principios de septiembre hasta bien entrada la primavera. Se puede colocar sobre una base de hojas verdes y acompañar de un buen trozo de queso feta griego, un rulo de cabra francés o una buena burrata italiana. 

¿Y por qué hablo de esta otra receta si estamos con la crema? Porque podemos aprovechar recursos y tiempo. 

Paso a describir la mise en place y producción de este plato. 

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Ingredientes

  • Media calabaza (la tipo cacahuete)
  • 1 bulbo de hinojo fresco
  • 1 patata mediana y 1 boniato más o menos pequeño
  • 2 zanahorias grandes 
  • 1 pimiento rojo grande
  • 1 cebolla morada grande
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1/2 cucharadita pequeña (cp) de pimienta blanca, de nuez moscada y jengibre en polvo
  • 1 cp de curry
  • 1 cp de hinojo en polvo
  • Semillas de sésamo blanco y negro y pipas de calabaza tostadas
  • 1 huevo campero o ecológico fresco por comensal

Elaboración

Pelar la calabaza con cuidado y con paciencia. Retirar la piel y cortarla en trozos. Aprovecha para hacer con la otra media calabaza la ensalada de calabaza asada y tahini que mencionaba al principio, no te vas a arrepentir. 

Pelar la patata, boniato, cebolla y las zanahorias y cortarlas. Lavar bien el hinojo y el pimiento rojo y trocearlos.

En una olla grande, encender el fuego, añadir un buen chorreón de aceite de oilva virgen y sofreír todo lo anterior a fuego medio durante 8-10 minutos. Condimentar con las especias y sal. Siempre es mejor echar de menos y rectificar al final. 

Añadir una cantidad de agua suficiente para cubrir, pero no más. La idea es que no sobre agua, no tengamos que desecharla y de esta manera, quede una crema más consistente y untuosa, y además no perdamos nutrientes que se desprendieron en ese agua que desechamos luego. 

Cocinar a fuego medio bajo durante 15 minutos. Pasado este tiempo, comprueba si necesita algo más de especias. 

Triturar con la batidora de mano. Crema para blog 2 copia

Un truco para que quede aún más untuosa esta crema: Mientras vas batiendo, incorpora un chorreoncito de aceite de oliva virgen y otro de leche entera o alternativa vegetal. 

Para el montaje del plato: antes de hacer el huevo poché sirve la crema en un bol individual y deja reposar. 

Prepación del huevo poché: 

Casca un huevo y ponlo en un bol pequeño.

Llena de agua un cazo pequeño, y justo antes de que llegue a ebullición, añadir un chorreoncito pequeño de vinagre, mover con una cuchara e inmediatamente añade el huevo. Retira del fuego y deja que se cocine exactamente 3 minutos. 

Saca el huevo con una espumadera y coloca sobre la crema. 

Añade unas semillas de sésamo blanco y negro, pipas de calabaza tostadas por encima, et voilà! 

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Miércoles, 11 Octubre 2023 13:46

Receta de pan de plátano (oda a la montaña)

Esta receta que escribo hoy es para mí un clásico cuando voy a la montaña, pero también cuando me apetece alguna textura tipo bizcocho no muy dulce. Puede servirme como sustento de una comida campestre, para una merienda con café de especialidad rico, o por qué no, cuando los plátanos están en una situación crítica... ¡no los tires! Hazte un pan de plátano. 

Es una comida muy nutritiva, sobre todo rica en proteínas (huevo y avena), pero también en energía (avena, plátano y dátiles). El dulce es natural, sí, pero eso no quiere decir que por ello se pueda comer en cantidades mayores.

Ojo con esto, y con la TRAMPA de los DULCES SALUDABLES. 

Es por ello que recomiendo una vez lo cocines, lo trocees y lo congeles, para poder disfrutarlo cada cierto tiempo, y de esta manera, no alejarnos del equilibrio siempre tan necesario

Planificar la comida para hacer montaña es un factor fundamental, no solamente por su función nutricional, que es evidente, sino también por el factor motivacional que aporta. Y más cuando se trata de ascensiones de varios días y el peso lo vas a cargar a la espalda.

Hay infinidad de opciones, cada persona además tiene sus preferencias. Asumiendo una buena hidratación continua, yo personalmente prefiero hacer pequeñas ingestas durante el camino a modo de picoteo, pero muy ligeras. Y la comida más importante es la cena, que se hace bastante temprano (en el refugio se duerme pronto y es un gustazo cenar a las 19h).

Algunas ideas para acompañar el PAN DE PLÁTANO a lo largo del día, en una jornada de montaña: 

  • Plátanos
  • Tomates cherry
  • Dátiles Medjool y albaricoques deshidratados
  • Frutos secos variados
  • Huevos cocidos
  • PAN DE PLÁTANO

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Y aunque el desnivel que está por venir sabes que será duro, y que aún quedan muchos km hasta llegar a la cumbre, cada vez que paras y le das un mordisco a cualquiera de las cosas ricas que llevas, te dan ganas de pegar saltos y reírte de ti misma. 

Porque estar allí arriba en la montaña, de verdad da muchos motivos para sentirse llena de vida

Vamos con la receta del PAN DE PLÁTANO:

INGREDIENTES

  • 2 plátanos maduros (es un buen momento para hacer cocina de aprovechamiento y NO TIRAR NUNCA UN PLÁTANO)
  • 4 huevos camperos o ecológicos
  • 120g copos de avena integral
  • 4 dátiles naturales
  • 1/2 sobre de levadura en polvo
  • Semillas variadas
  • Canela (opcional)
  • Aceite de oliva virgen extra para engrasar el molde

ELABORACIÓN

  • Batir los huevos en un bol. Trocear los plátanos e incorporar al bol. Chafarlos con un tenedor hasta que estén completamente desechos. 
  • Incorprar la avena y la levadura. Mover con cuidado e integrar todos los ingredientes. 
  • Picar los dátiles muy finos (retirándoles el hueso) y añadir a la mezcla anterior, junto con un buen puñado de semillas. 
  • Añade un toque de canela si te gusta el sabor. 
  • Engrasar un molde rectangular con aceite de oliva virgen y verter la mezcla. 
  • Precalentar el horno 10 minutos y posteriormente hornear el pan de plátano a 180-200 grados (en función de la potencia del horno) durante 30-40 minutos. Pincha con un tenedor para asegurarte de que sale limpio y por tanto está cocinado. 

IMPORTANTE:

  • Tanto el tiempo como la temperatura son variables en función del tipo de horno
  • Si no vas a consumirlo en 1-2 días, es preferible que lo cortes en rebanadas gruesas y lo metas en un tupper hermético en el congelador. Su textura no se altera y de esta manera puedes irlo comiendo de a poco. 

 

Et voilà!

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