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Como ANEXO del relato Viaje a las montañas (y cocinas) del Cáucaso y Kurdistán dejo aquí una serie de platos encontrados a lo largo del camino.

Escribo esto para recordar la pasión que siento al sumergirme en otras culturas, perdiéndome entre mercados, sentándome a la mesa con personas que quisieron compartir conmigo aquello que forma parte de su realidad más cotidiana. Y siento que debo yo ahora compartir lo aprendido.

Puedes también consultar este RECETARIO que hice, en homenaje a muchos de los platos y aprendizajes que me llevé conmigo de vuelta, y al profundo amor que le tengo a la gastronomía de Oriente Medio y Próximo. 

GLOSARIO DE COMIDAS GEORGIANAS QUE EN ALGÚN MOMENTO TUVE EL GUSTO DE PROBAR:

  • Badrijani, rollitos de berenjena con una pasta de nueces, ajo y hierbas (cilantro, menta, eneldo, albahaca y fenogreco). Se sirve con granada por encima.
  • Churchkhela. Mosto de uva, nueces, avellanas, harina y miel o azúcar. Su particular forma se debe a que los frutos secos van ensartados en un hilo resistente que se introduce varias veces en una olla con la harina, el azúcar y el mosto.
  • Dolmas (del turco, relleno) o Tolmas (en Georgia) son rellenos vegetales generalmente a partir de una hoja de parra, propio de Turquía, los Balcanes, el sur del Cáucaso… Tienen su origen en la gastronomía otomana. Los dolmas rellenos de carne picada y especias se sirven calientes acompañados de una salsa huevo y limón. Los que están rellenos de arroz se sirven fríos junto con una salsa de yogur, limón y ajo. 
  • Imeruli. Masa redondeada de pan plano, rellena y gratinada con queso. Los más habituales en todas las mesas familiares a las que nos fuimos sentado.
  • Khachapuri. Es un pan en forma de barca relleno de queso fresco o semi salado, gratinado y con un huevo en el centro
  • Kharchoes una sopa de ternera con arroz y nueces a base de tklapi (puré espeso de ciruelas tkemali). Se sirve con ajo, cilantro y albahaca.
  • Khinkalis. Masa de trigo y huevo rellena de carne o de queso salado muy especiados.
  • Lobiani. Masa redondeada de pan plano, rellena de una pasta de alubia roja. El único Khachapuri que no lleva queso y que, a pesar de ello, es muy consumido por su alto valor proteico proveniente de los frijoles, así como su bajo coste.
  • Lobio. Olla de barro con guiso de alubias rojas, tomate y cebolla, servida con pan plano.
  • Matsun (en armenio), o Matsoni (en georgiano), es un tipo de yogur elaborado con leche fermentada elaborado en las cocinas de del Cáucaso.
  • Queso Tenili es Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO. Es un queso mesjetiano (Los mesj o turcos mesjetios, son un subgrupo étnico de turcos que antes habitaban en la región de Mesjetia de Georgia), que se elabora en las regiones georgianas de Samtsje-Yavajeti y Kvemo Kartli. El queso se obtiene a partir de leche de oveja o de vaca
  • Queso Sulguni, el más popular. Similar a los quesos italianos de pasta hilada como mozzarella o provolone. Entre los ingredientes preferidos usados en la cocina georgiana, por ejemplo para el Khachapuri

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GLOSARIO DE COMIDAS TURCAS QUE TUVE OCASIÓN DE PROBAR:

La comida callejera en Turquía es muy común, y en Estambul los carritos de comida están por todas partes. Obviando el omnipresente Kebap, que a decir verdad, me gusta pero me cansa, es posible ir más allá y encontrar otras comidas que también merecen mucho la pena.

  • Ayran. Es la bebida más popular de Turquía (también Irán). Consiste básicamente en yogur cremoso, agua, sal y menta. Se toma tanto en puestos callejeros para acompañar un kebab, como en un restaurante acompañando el resto de platos.
  • Baklavas. Pueden encontrarse con diferentes nombres en la gastronomía turca, iraníy árabe, pero al final, hablamos de un dulce elaborado con masa filo, una pasta concentrada de pistacho o nuez fundamentalmente y un almíbar de miel.
  • Berenjena asada con yogur, ajo y menta
  • Borani-e esfenaj. Yogur y espinacas con ajo, menta y eneldo)
  • Börek. Pertenece a una familia de pasteles hechos con pasta filo muy presente en la tradición culinaria de los países que formaron parte del Imperio otomano. Puede estar relleno de queso salado, carne picada e incluso espinacas (mi particular receta). En Bosnia es redondo y relleno de carne.
  • Çilbir. Huevos escalfados bañados en una mezcla cremosa de yogur con ajo y mantequilla de pimentón, aromatizado con hierbas aromáticas frescas.
  • Durum de caballa. Muy especiado, acompañado de vegetales. Preparado en el momento en parrillas improvisadas en un escenario de una belleza que conservas en la memoria para el resto de tu vida, el estuario a la entrada del estrecho del Bósforo. Espectacular.
  • Haydari. Uno de los principales mezze de la cocina turca. Contiene labneh, una preparación a base de leche fermentada y concentrada obtenida del rayeb (similar al yogur) colado tradicionalmente en paños. Condimentado con ajo y menta. Se acompaña con pepino y se diferencia del tzatziki porque es más salado, ácido y espeso que éste.
  • Helva. Dulce a base de tahini, azúcar o miel y clara de huevo, a la que se puede añadir también chocolate.
  • Köpoğlu mancası. Pisto turco.
  • Lumbar Dolmasi. Hojas de parra rellenas de arroz, carne, verduras y especias.
  • Maíz hervido o asado con sal. Abundan en puestos callejeros.
  • Mejillones fritos. Ídem
  • Mercimek çorbasi. Sopa de lentejas rojas y tomate concentrado.
  • Patlıcan Salatası. Crema de berenjena con tahini.
  • Pilav, una mezcla de arroz o bulgur con verduras, añadiendo garbanzos, pollo o pescado.
  • Simit. Es una rosca de pan bien cubierta de sésamo crujiente. Recién hecha es una barbaridad. Me confieso adicta. Se tienen referencias desde el siglo XVI. Simit, queso y té se considera el desayuno típico de los trabajadores más madrugadores.

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Martes, 17 Diciembre 2024 21:06

Recetario navideño 2024

Como ya viene siendo costumbre... acabo el año elaborando un recetario navideño, inspirado esta vez en Oriente Medio. Puedes descargarlo en PDF más abajo. 
Viajando he podido conocer más de cerca pueblos y culturas a través de sus platos.
Siento absoluto respeto y pasión cuando se me brinda la posibilidad de entrar en una cocina, más aún en lugares remotos, observando, anotando en mi cuaderno. Cuando vuelvo a casa, me paso horas entre fogones, integrando Norte y Sur, Oriente y Occidente en una cacerola.
 
Cocinando también reivindicamos.
Y compartiendo el conocimiento.
 
Es por eso que hago este recetario. Ojalá lo disfrutes.

Abrazo casi invernal.

Publicado en Recetas

Echo de menos irme de fiesta, de festival, de concierto. Echo de menos no echar de menos y sencillamente pasar a la acción. Atravieso fases, no todo está perdido. Pero ahora mismo, cuando el buen tiempo empieza a asomar, el sentimiento empieza a hacer ruido. 

Este fin de semana ha habido celebración cumpleañera. Y dadas las circunstancias, cualquier excusa es buena para hacer de un encuentrito breve con escasos invitados, un momentazo (que no sabemos cuándo será la siguiente). Aprovecho para recordar, sin demasiada nostalgia, cuando el año pasado en pleno confinamiento empleé parte de mi tiempo ocioso (como las tres cuartas partes de este país) en cocinar platos que requiriesen todo el tiempo del mundo, y en este caso, combinándolos con la sobredosis de cine en la que suelo transitar. Las tortas de aceite de toda la vida, un bizcocho jugosito, unas galletas de algarroba, una focaccia diferente, una quiche con base de avena... Lo cierto es que cada día era una elaboración diferente, y fue un disfrute. La broma empezó siendo divertida, pero pasados los meses, dejé de verle la gracia. Y no a ver cine, cocinar y experimentar -pasión inagotable- sino a concentrar las altas dosis de energía que la naturaleza me regala, en pensar que sería cuestión de poco tiempo. Ahora ya, intento darle al estoicismo. Pero cuesta eh. 

El caso es que decidí preparar una merienda que homenajeara los dos añitos que hace que mi sobri estrena mundo. El enano ha crecido en una realidad en la que es normal tener las bocas tapadas, no besarse y casi tocarse. Y pensé, pues lo mismo una magdalena, nos da vidilla. Y además no una receta en la que el dulce parece dulce pero en realidad es un fake sweet. En esta receta hay azúcar y harina, sin cara B. Porque en estos tiempos que corren, me apetecen las emociones fuertes. Y porque empiezo a estar muy cansada de los extremismos en la nutrición, relacionados con comportamientos que distorsionan la dualidad -comer y pensar- saludablemente. 

La receta está inspirada en una que encontré aquí y luego he ido haciendo mis adaptaciones para transformarla en una versión más cercana a mí. Pero igualmente, ¡gracias por la inspiración! 

Estas magdalenas tienen como punto especial el aroma inconfundible del cardamomo. La combinación con el pistacho le da un toque a Oriente Medio que me fascina. Y claro, darle un mordisco a esta magdalena en su conjunto, es una experiencia sensorial que al menos, palia el sentimiento antes mencionado.  

 

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INGREDIENTES (12 magdalenas)

  • 2 huevos camperos o ecológicos
  • 120 ml de aceite de oliva virgen extra (la receta original planteaba 115g de mantequilla)
  • 180 ml de leche semi o bebida vegetal
  • 325 g de harina de espelta integral
  • ½ cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de levadura química
  • ½ cucharadita de bicarbonato
  • 50 g de azúcar panela (puedes añadir un poco de stevia, si necesitas un sabor más dulce)
  • 2 cucharadas colmadas de cardamomo en polvo
  • 60-80 g de pistachos sin sal

Para la cobertura: 

  • Chocolate blanco ecológico (revisa los ingredientes, evita que lleve otra cosa que no sea manteca de cacao, leche y azúcar, y ésta última, en la menor cantidad posible. Esto es difícil, porque este tipo de chocolates es muy azucarado, pero hay opciones que merecen algo más la pena, y además, de comercio justo y ecológicos). 
  • Pistacho molido

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ELABORACIÓN

En un bol, mezcla los ingredientes secos: harina, sal, levadura química y una cucharadita pequeña de bicarbonato sódico (no te pases, porque luego el resultado puede derivar en una magdalena que se desmiga). Reservamos.

En otro bol, bate con unas varillas los huevos, el aceite y el azúcar. A continuación, incorpora la leche y el cardamomo en polvo. En mi caso, yo lo molí en el momento, y eso le da un aroma aún más potente. Para ello puedes comprar directamente semillas de cardamomo enteras y utilizar un molinillo de café, o cualquier otro aparato que sirva para moler semillas pequeñas. 

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Finalmente, incorporamos la mezcla de ingredientes secos a esta mezcla líquida. Movemos con cuidado con la ayuda de una cuchara. 

Por último, añadimos los pistachos triturados. Puedes elegir entre triturarlo en polvo o dejarlos en trocitos pequeños. Yo opté por hacer polvo de pistacho, porque había enanos en la merienda que aún no pueden masticar frutos secos sin riesgo de atragantarse. 

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Engrasamos los moldes con aceite (puse aceite de coco que tenía a mano) y llenamos con la mezcla. Horneamos durante 23-25 minutos a 180ºC en función del horno. No más tiempo. 

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Y para culminar la obra, puedes optar por hacer diferentes glaseados o decoraciones. Yo derretí un poquito de chocolate blanco y cubrí la parte superior de algunas magdalenas, junto con pistacho molido. A otras preferí no añadirles nada, para que también pueda apreciarse su sabor y aroma tan especial a cardamomo. Un pelín de azúcar glass por encima si quieres, y ya. 

 

Et voilà!

 

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Publicado en Recetas

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