Se me hace la boca agua pensando lo que voy a comer cuando llegue a mi casa. Siento una pasión inexplicable hacia la remolacha, y digo inexplicable, porque normalmente suele ejercer un efecto importante en lo más recóndito de mis tripas, a veces imprevisto. Es uno de esos alimentos prebióticos naturales, como las alcachofas, espárragos, puerros o achicoria, que refuerzan tu microbiota intestinal de forma contundente. Cada vez estamos más seguros de que la salud empieza en el intestino, y de él depende nuestra supervivencia y resistencia a las infecciones y la enfermedad. Por tanto, no es un asunto menor ocuparnos de nuestro colon, dándole ingredientes no digeribles y por tanto fermentables por las bacterias, suponiendo un importante fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico.
Así que, recomiendo encarecidamente a todo aquel que le guste la remolacha (y si es estreñido, mejor), que se dejen de tanta historia de "no comas remolacha, que tiene mucho azúcar" y disfrute de la cantidad de platos que podemos cocinar con ella.
La remolacha es una fuente excelente de ácido fólico, potasio y magnesio, además de Vitamina C (que perderá en buena parte al ser cocida), vitaminas del grupo B, yodo y hierro no hemo. El contenido en azúcar alcanza el 7% y 2,5% de fibra aproximadamente.
Es cierto que es la hortaliza (raíz), que aporta más azúcar, seguida de la zanahoria, cebolla y batata; pero al mismo tiempo, no debemos confundirnos con el azúcar que se obtiene del aislado de la remolacha azucarera y posterior uso culinario, puesto que en este caso, estamos hablando de un azúcar libre, sin más. Como el ejemplo de la naranja entera y el zumo de naranja. La primera contiene toda su fibra, y por tanto la asimilación del azúcar en la sangre es más lenta, frente a la ingesta de azúcar libre (fructosa) procedente del zumo, que genera un efecto hipergucemiante muy rápido, con la consecuente secreción de insulina y almacenamiento en forma de triglicéridos (grasa). Estos picos de insulina a lo largo del tiempo, se relacionan con la resistencia a la insulina (entre otros factores).
Aunque, para no dar lugar a error ni ejercer demagogia barata, obviamente prefiero que una persona tome un zumo de naranja natural, a una Coca Cola. Ambos contienen azúcares libres, pero creo inncesario argumentar la respuesta. Fundamentalmente, nos estamos refiriendo al azúcar libre contenido en todos los alimentos procesados, que contienen azúcar añadido de alguna manera.
Así que, dos conclusiones al respecto:
1. La remolacha tiene un contenido de azúcar algo mayor que el resto de hortalizas, pero se trata de un azúcar naturalmente presente y rodeado de fibra y nutrientes.
2. No es lo mismo comer remolacha roja (Beta vulgaris), que el azúcar procedente de la remolacha azucarera (Beta vulgaris var. saccharífera).
Resuelto el problema, vamos a la cocina:
INGREDIENTES PARA 2-3 PERSONAS (en función de si será plato único o entrante)
- 2 remolachas cocidas si son grandes y 3-4 si son pequeñitas
- 2-3 tomates maduros
- 1 pimiento verde pequeño
- 1/3 de un pepino (prescindible, si no te sienta bien)
- 1 chorreoncito de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharada generosa de comino molido
- Un toque de pimienta blanca
- Una pizca de sal
- Vinagre de manzana (opcional).
Para la guarnición:
- Un huevo cocido por persona
- Un puñado de pipas de calabaza, semillas molidas de sésamo, lino...
ELABORACIÓN:
Tenemos dos opciones, comprar la remolacha cruda y cocerlas nosotros, o ya cocida y envasada al vacío (ver ingredientes: remolacha exclusivamente, y no azúcar. No sirve la opción de remolacha en bote rallada, porque siempre lleva azúcar añadido), o comprarla cruda, en cuyo caso, explico cómo prepararla: Refriega suavemente la superficie de la cáscara de la remolacha con un trapo para quitar el exceso de tierra, o enjuágalas con agua. Corta la raíz y mete en una olla con agua hirviendo y sal, durante unos 30 minutos. Dejar enfriar antes de servir. A TENER EN CUENTA: las remolachas, si son muy grandes, son más fibrosas y tardan más en ponerse tiernas, es recomendable optar por las pequeñas. Al conservarlas, deben separarse las hojas del bulbo, ya que las hojas absorben el agua del bulbo y las remolachas se deshidratan, modificando su aspecto y sabor.
Una vez listas las remolachas, incorporar las hortalizas troceadas en un vaso de batidora, condimentar y dejar el aceite para el último momento. Batir enérgicamente, y cuando esté todo triturado, ir incorporando el aceite poco a poco, sin dejar de batir (de esta manera emulsionará, y tendrá textura más cremosa). Conservar en la nevera hasta servir muy frío y añadir la guarnición que más te guste (las semillas le van fenomenal).
Si lo vas a tomar como cena, puede ser un plato único perfecto añadiéndole huevo y semillas molidas. Si lo tomas a mediodía, puedes tomarlo como primero y luego elegur entre un filetito de atún de temporada, un tofu con curry a la plancha o un taboulé de quinoa y pipas fresquito. Y ya tenemos menú veraniego.