Domingo por la tarde, frío, silencioso, podría decir incluso que me siento relajada, a pesar de las semanas de trabajo que me rodean, y el fin de semana que me ha tocado sacar otro tanto adelante. El silencio me inspira, el frío también. Y como me queda una larga tarde, he decidido dejar salir la creatividad un ratito a estirar las piernas.
Me vuelve loca la mantequilla de cacahuete, una cucharada espesa que una vez entra en la boca, ocupa toda tu atención en despegarla del paladar con la lengua, y poco a poco, te va suministrando intensas dosis de sabor tostado y rotundo a cacahuete. Lo tengo comprobado, están los fanáticos y los detractores a ultranza de este alimento, pero desde luego no te deja indiferente.
Y me refiero a la auténtica, a esa que resulta del triturado hasta conseguir una pasta densa de cacahuetes tostados y pelados, y punto (ni sal, ni azúcar, ni miel, ni grasa de palma…). Puedes hacerla en casa sin ningún problema, sólo tienes que tener un aparato que muela los cacahuetes (molinillo con cuchilla específica o procesador de alimentos) y un bote de cristal para conservarla en un lugar seco fuera de la nevera. Si la compras ya envasada, fíjate que los ingredientes que contenga sean exclusivamente 100% cacahuetes tostados. Actualmente puedes encontrar además su versión ecológica en tiendas especializadas de alimentación ecológica. Ojo porque, al ser un alimento que está popularizándose cada vez más, hay muchas versiones de esta crema que suponen un insulto a cualquiera que pretenda comer algo saludable. Y digo yo, ¿por qué se tiene que añadir azúcar o grasa de palma a un alimento más bien salado y ya de por si graso y palatable? Qué manía de adulterar sabores y crear adictos al producto procesado.
Imagen: Etiquetado crema de cacahuetes, ejemplo de LO QUE NO HAY QUE COMPRAR. Lleva azúcar, grasa de palma y sal. Y encima, es ideal para niños y adolescentes por su "alto nivel nutritivo", no le falta un detalle...
A nivel nutricional resulta un alimento fantástico, concentrado de proteína vegetal, fibra, ácidos grasos mono y poliinsaturados, vitamina E y magnesio. Es cierto que, como todo fruto seco, aporta un contenido energético elevado, por eso la cantidad que se utiliza como base para cualquier receta es moderada.
EEUU es el principal productor de mantequilla de cacahuete y su consumo se remonta a finales del XIX, aunque hay otros países como Australia, Reino Unido o Canadá que también lo consideran dentro de su alimentación habitual. Cómo no, hay muchísimas recetas yankies que a mí no me seducen lo más mínimo (por ejemplo, sandwich de mantequilla de cacahuete y bacon, y el más famoso, peanutbutter and jelly sandwich, o también llamado PB&J, un sandwich de mantequilla de cacahuete y mermelada).
Con la mantequilla de cacahuetes podemos hacer infinitud de platos, como salsas para verduras, ensaladas, noodles, langostinos... untada en pan, base para hummus (en lugar de tahiniI), barritas de cereales, galletas…
Yo he hecho una receta bastante rapidita combinada con copos de avena, para que queden trocitos al masticar. Y la verdad, es un placer poder disfrutar de este bocado un domingo por la tarde, frío, desapacible (como cualquier domingo que precede a un lunes...) y rodeada de folios y material de trabajo. Ya llevo dos mientras escribo este post, con un cafelito humeante que aprieto entre mis manos para calentarlas. No descarto una tercera. La vida es cuestión de prioridades.
Manos a la obra:
GALLETAS DE MANTEQUILLA DE CACAHUETE Y AVENA
LO QUE NECESITAS (para unas 15 galletas)
- 4 cucharadas soperas colmadas (c.s.c.) de de harina integral de trigo/espelta
- 6 c.s.c. de copos de avena integral
- 6 c.s.c. de leche (la que quieras)
- 3 c.s.c. de mantequilla de cacahuete (100% cacahuete, ni un ingrediente más)
- 1 cucharada pequeña de azúcar integral (opcional, sin azúcar están igualmente exquisitas)
- ½ sobre de levadura en polvo
AL LÍO:
Mezclar todos los ingredientes en un bol y amasar con las manos. Dejar reposar la masa durante 15 minutos. A continuación, hacer bolas con las manos, escogiendo pequeñas porciones de la masa en función del tamaño que queramos tener de galleta.
Disponer las bolas, en una placa de horno cubierta con papel vegetal, separadas entre sí unos 2-3 dedos y aplastar con los dedos dando forma de galleta (no especialmente uniforme, a mí al menos me gusta que no sean todas igualitas las unas a las otras). Es preferible hacer varias tandas, pero que queden bien separadas entre sí.
Hornear a 180-200° durante unos 15 minutos, o hasta que empiecen a dorarse los extremos.
Cuando las saques del horno, déjalas en una rejilla enfriándose para que no se humedezcan en su base. Para conservarlas, lo ideal es un bote de vidrio hermético.
Bon appétit, et bonne semaine.