El marketing y la publicidad, a veces, me superan. Si no teníamos suficiente con las galletas “Digestivas”, el yogur super desnatado pero hiperazucarado, o el pan thin “integral con sólo 99 Kcal”, ahora tenemos las bebidas del verano con zumito de limón.
Por favor, no nos llamemos a engaño, que las cervezas con limón no son más sanas, que no estás tomando menos calorías porque es menos alcohol y más limón, sino que lo que te han quitado de alcohol, te lo han metido de regalo en azúcar oculto. Eso sí, en el momento en el que te detienes a ver el etiquetado nutricional, se acaban los secretos y empiezan las verdades, te recomiendo esta sensación heavy de leer un etiquetado. Si ves que tienes un ratito mientras estás sentado en el bar hablando sobre tu indignación porque los políticos nos roban y yo hartita de trabajar, o si en el baño ya te tienes muy aprendido el etiquetado del bote de champú, y te atreves con uno nuevo, te recomiendo el de las cervezas Radler. Radler, a modo informativo, es un tipo de combinación de cerveza (60%) con soda o limonada natural (40%) muy extendido en Alemania. Pero nadie habló de azúcar.
¿Y qué me pido en el bar, oh dios mío?
Para la sed, agua. En casa, agua, siempre (sólo me vale cambiarla por gazpachito ahora en verano). Y hablo de todos los públicos, los niños y los adultos. Para socializar, aplica el sentido común, y no te dejes arrastrar por el convencionalismo "tendré que pedirme algo". La opción de pedir siempre agua nada más llegar al bar es la primera nota de sentido común, una buena botella de agua además de la siguiente bebida que vayas a pedirte, te hidrata, te hace beber con menos velocidad y menor cantidad la siguiente bebida, y además, es lo más natural que puedes hacer.
Luego, aléjate de las bebidas de moda, como las cervezas con limón, e innovaciones del estilo. Una cerveza normal, una copa de vino tinto o blanco (sin más mezclas), o una cerveza sin alcohol que no lleve azúcares añadidos (de nuevo, mira el etiquetado para evitar más artimañas y desencantos…), podría ser una opción puntual, pero con ello, me refiero al sentido estricto de la palabra, PUNTUAL, es decir, que no es válido para cada día. Ahondando en datos, el vino contiene más calorías que la cerveza, por tener más alcohol, pero la copa que nos servimos es la mitad de un botellín. Si además lo intercalamos con mucha agua, puede ser que una cena esté acompañada de una copa de vino en toda la noche, además de mucha agua. Pero advierto que no con ello lo estoy recomendando como opción para cada vez que estemos en la calle, déjalo para alguna ocasión en la que apetezca. El alcohol todos los días, no es aconsejable para nadie, así como el aperitivito de cervecita-fuet-patatas fritas-cacahuetes fritos con miel para las visitas… va siendo hora de cambiarlo.
Pasemos ahora a la versión “yo no tomo alcohol, mejor me pido un Aquarius o Nestea”. No sé si los consumidores habituales de estas bebidas son conscientes de su contenido en azúcar, que dispara las alarmas de la racionalidad. Añado también el zumo de limón tan natural que sacaron hace unos años de Minute Maid, para que tomemos conciencia del contenido en azúcares alarmante y desproporcionado. La tónica o el Bitter, son opciones igualmente azucaradas, aunque todas en general, ligeramente por debajo de la Coca Cola y Fanta, que junto con el Limon&Nada, alcanza el top ten de bebidas no alcohólicas azucaradas.
Lo que más me entristece de todo esto, es que los consumidores habituales de estas bebidas son precisamente los niños, aquellos seres pequeñitos a los que, como el alcohol se les prohíbe porque no es bueno para ellos, se les da toneladas de azúcares refinados a sus organismos, que por lo visto es mucho más saludable, para que sus pequeños páncreas se vuelvan locos, segregando insulina a granel, para quitar de en medio semejante cantidad de veneno blanco. ¡Denle agua a los niños, por dios! Que no los vamos a querer menos por decirles que no a la Coca Cola y sí a la botella de agua.
Sin más dilación, añado un cuadro comparativo de distintas bebidas habituales en un bar, por si consigo resultar así más convincente. Insisto, el hecho de no llevar alcohol, de añadir las palabras natural o ligero, no quiere decir que no lleven azúcar. Y ojo, aviso al lector de que 100 ml no es lo que tú te tomas, qué va… el tercio o lata son 330, y el botellín, 250. Y no te tomas una… claro…
El consumo extra de calorías y azúcares prolongado en el tiempo, constituye un serio problema metabólico. La excesiva presencia de azúcar en la alimentación industrializada actual se relaciona en parte con el aumento de enfermedades metabólicas como la diabetes, la obesidad y sus consecuencias posteriores, pues no es solamente una cuestión de ingesta excesiva de grasa, como al principio se decía. Y no es que el azúcar sea malo per se, sino el uso que se hace de él. Nuestro organismo digiere todos estos azúcares para poderlos absorber, convirtiéndolos en el combustible por excelencia: la glucosa. La diferencia entre unos azúcares y otros está en el tiempo que tardan en ser utilizados por el organismo.
La OMS quiere limitar el uso de azúcar al 5% de las calorías totales (25g al día), referido a los azúcares sencillos. Vayan al cuadro que les acabo de presentar, y miren el azúcar que les aporta una lata de Coca Cola, un Nestea o una Radler. El objetivo es disminuir la ingesta calórica para contribuir a disminuir la epidemia de obesidad y enfermedades cardiovasculares actuales. Parece que empezamos ahora a cuestionarnos nuestros hábitos alimentarios, no así la actuación de la industria de alimentos y bebidas, que buena culpa tiene de todo esto, pero a la que de momento, no se le pone límites, ni éticos, ni estéticos.
Pensemos hasta qué nivel de seriedad hemos llegado. Esto no es ninguna broma.