Llegó septiembre, el verano se acabó (otra vez). Personalmente, yo he optado estos días previos por cocinar platos que me permitan una resurrección lenta, regocijarme en el placer de escuchar buena música mientras lo hago, no hablar, pensar poco y despacio, paladear a mínima revolución los recuerdos audiovisuales y emocionales de un verano que ha resultado ser excepcional e inesperado, y que permanecen intactos…