Llegó septiembre, el verano se acabó (otra vez). Personalmente, yo he optado estos días previos por cocinar platos que me permitan una resurrección lenta, regocijarme en el placer de escuchar buena música mientras lo hago, no hablar, pensar poco y despacio, paladear a mínima revolución los recuerdos audiovisuales y emocionales de un verano que ha resultado ser excepcional e inesperado, y que permanecen intactos en mis redes neuronales.
Pero volver, hay que volver a la realidad.
Inicio la onceava temporada de un proyecto profesional que no ha dejado de crecer y ampliar metas desde el primer día, y que continúa redefiniéndose. Lo observo con orgullo y emoción. NUTRIMENTE. Nutrición y Mente.
Me gusta lo que hago, me hace sentir bien, y creo que a día de hoy es todo un privilegio decirlo. No comulgo con la máxima de separar lo personal y lo profesional, me parece una contradicción. Nutrimente es Estrella, con unos valores e ideas, y éstas, acaban impregnándose en las palabras que me escuchan mis pacientes en cada sesión. Creo en la nutrición, en la ciencia, en el pensamiento crítico y en la independencia con la presión económica que la rodea.
Observo atónita cómo el mundo se mueve a golpe de tendencia. También la nutrición, claro.
Llega la época de aflorar culpas, malestar y pensamientos de insatisfacción. «Estrella, ayúdame a quitarme estos kilos, a cambiar este cuerpo por favor, siento que no lo aguanto»
Escribía hace un tiempo en época postnavideña: «los nutricionistas, esa figura que cabalga entre confusos caminos, siempre lista para entregar la dieta detox, adelgazante y milagrosa que definitivamente te haga desprenderte de las inseguridades que nos infunde vía intravenosa la industria alimentaria, Instagram y el fuertecito de turno. Pero la realidad me devuelve a mi cubículo profesional, donde con paciencia y muchas horas de trabajo entre la paciente y yo, vamos poco a poco esclareciendo la GRAN MENTIRA MILLONARIA que nos ha metido dentro de esta rueda de hámster. Y no estoy hablando únicamente de obesidad, la insatisfacción y sufrimiento con nuestra imagen corporal y la vinculación emocional con la comida es extrapolable a cualquier persona. Y no hace más que crecer.
Esto probablemente lo repita cientos de veces en las próximas semanas: en la consulta de nutrición no hallarás la cura mágica a tu ansiedad con la comida, o a las vías emocionales que te llevan a relacionarte con la comida de una manera u otra. Sí aprenderás a hacer una valoración más completa de ti misma, tu alimentación y tu relación con ella, en los diferentes contextos que te mueves cada día, y por tanto, a encontrar y llevar a cabo cambios reales, en lugar de engrosar los depósitos de culpa y vergüenza.
Además, también aprenderás a organizar y planificar compras, recetas creativas, la organización de tu cocina, de tu despensa y tu nevera, introducir la actividad física dentro de tus rutinas, aprender a identificar el hambre y los múltiples tipos que existen, a ser consciente de la saciedad, de la velocidad a la que comes, de las emociones que existen en torno a un alimento y al deseo. Y un sinfin de herramientas más. Las sesiones de seguimiento están programadas por temáticas, en función de cada caso individual.
El argumentario de motivos de consulta en los últimos años es variado, pero hay ciertos lugares comunes innegables: «Vengo a perder peso porque no soporto verme así, bueno… y también por salud… pero para qué te voy a engañar, yo quiero adelgazar rápido, porque si yo no veo resultados, voy a abandonar a la segunda semana».
El primer día estreno lo que será, si el paciente me lo permite, un soliloquio acompasado por el que sugiero que haber decidido venir a consulta es una decisión valiente, consciente y resiliente, pero que el proceso no es fácil ni rápido…:
… es un proceso lento, irregular, en el que existen a veces recaídas, desánimos y toallas tiradas que se recogen de manera intermitente, hasta que se produce ese cambio de chip, ese clac maravilloso que siempre me emociona, a partir del cual, la motivación intrínseca se hace cargo del proceso.
Y es ahí, cuando todo comienza a fluir. Ya verás, estás a punto de empezar un proceso maravilloso. ¿Empezamos?
Sí, esto es venir a la consulta. Y déjate de declaración de intenciones eufóricas de lunes por la mañana, que tú y yo sabemos, NO VALEN PARA NADA.
Bienvenido septiembre. Estamos de vuelta.