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Domingo, 08 Julio 2018 18:43

Ajoblanco con guarnición de ibérico y fruta

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Ya empezaba a echar de menos los cuarenta grados a la sombra de Sevilla. Aquellos que somos del sur, tenemos un gen que nos permite adaptarnos a este horno colectivo, y seguir felices. Y es que a mí el calor me pone contenta, aunque esté colándose una gota de sudor por el ojo mientras escribo esto. Y cuando estas temperaturas llegan para quedarse, lo mejor que podemos hacer es hidratarnos mucho, y alimentarnos de platos muy nutritivos, pero en moderadas cantidades, para darnos una digestión tranquila. Porque seguir trabajando cuando impera este calor, y tu estómago está ocupándose de digerir el festín, supone un acto de sedación inmediata, que te lleva a un profundo sueño. 

El otro día preparé un salmorejo de remolacha fresquito, y hoy me he decidido por el ajoblanco, otro tipo de sopa espesa, basada de nuevo en alimentos de la tierra: almendra, pan, aceite y ajo. Parece que esté resurgiendo este plato en los gastrobares de todo el país, como acompañamiento de algún pescado marinado, o como tapa estrella de la carta. Y me alegro. Porque siempre que me topo con este plato, me lo pido (igual que las espinacas con garbanzos, no falla). 

El origen humilde del ajoblanco, se relaciona con la tierra andaluza y los trabajadores del campo. Probablemente, antes de la llegada del tomate procedente de América, esta sopa era el sustento de buena parte de campesinos. Una sopa fría, que alimenta y da fuerzas, pero que al mismo tiempo permite continuar con la dura jornada. 

Esta sencilla receta, que no comporta dificultad alguna, ha sido sutilmente adaptada, reduciendo el contenido de aceite y sustituyendo el pan blanco por integral. El color por tanto deja ver algunas trazas marroncitas, así como una textura algo menos emulsionada, al contener menos aceite. Pero el sabor, es inconfundible. Exquisito.

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INGREDIENTES 4-5 personas

  • 200 g de almendras crudas sin piel
  • 100 g de pan integral (sobre todo miga)
  • 6 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
  • 1 diente de ajo (eliminar la parte interior, para evitar digestiones pesadas)
  • 2-3 vasos de agua (opcional, en función de cómo de espeso lo quieras)
  • 1 chorreoncito de vinagre de manzana
  • 1 pizca de sal

Para la guarnición (a combinar según gustos): 

  • Jamón ibérico en taquitos
  • Pasas (sin azúcares añadidos, ver ingredientes en la etiqueta)
  • Uvas, melón o mango en taquitos

ELABORACIÓN

Trocear la miga y cubrir con el agua. Dejar que se ablande. En una picadora, picar previamente las almendras hasta reducirlas a polvo, o al menos que queden bien picadas. Posteriormente, en esa misma picadora (si lo permite) o vaso de batidora, incorporar las almendras junto con el resto de ingredientes, excepto el aceite de oliva. Batir una primera vez. A continuación, ir incorporando el aceite poco a poco, para que vaya emulsionando y creando la textura cremosa. Si lo ves muy espeso, puedes añadirle más agua poco a poco, hasta conseguir la consistencia deseada. 

Meter en la nevera y servir muy frío. La guarnición es opcional: la combinación de una fruta dulce, como el melón, mango o pasas, con el salado del jamón, es exquisita. También puedes acompañarlo de un poco de tartar de salmón o de atún, y entonces ya el plato será motivo de éxtasis.

 

 

COMENTARIOS FINALES

El tamaño de ración ha de ser comedido, mejor servirse una pequeña ración primeramente, disfrutar de cada cucharada y su explosión de sabor y texturas; no pasa nada por servirse otra pequeña ración de nuevo, pero siempre desde la consciencia de la saciedad y la plenitud de nuestro estómago. No lo digo exclusivamente por el ajoblanco, sino en cualquier comida que tomemos cada dia, y sobre todo ahora, en esta época de calor. 

Hay que tener en cuenta que este plato tiene un contenido energético relativamente elevado, que al estar triturado pasa desapercibido. En general, podemos destacar su alto aporte nutricional, en forma de ácidos grasos monoinsaturados y en menor medida de poliinsaturados (Omega 3), proteína vegetal, fibra y calcio. Un cóctel nutritivo excelente, que acompañado de fruta fresca y una buena ensalada de vegeales crudos, resulta una comida deliciosa. 

 

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