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Elementos filtrados por fecha: Enero 2018

Domingo por la tarde, frío, silencioso, podría decir incluso que me siento relajada, a pesar de las semanas de trabajo que me rodean, y el fin de semana que me ha tocado sacar otro tanto adelante. El silencio me inspira, el frío también. Y como me queda una larga tarde, he decidido dejar salir la creatividad un ratito a estirar las piernas. 

Me vuelve loca la mantequilla de cacahuete, una cucharada espesa que una vez entra en la boca, ocupa toda tu atención en despegarla del paladar con la lengua, y poco a poco, te va suministrando intensas dosis de sabor tostado y rotundo a cacahuete. Lo tengo comprobado, están los fanáticos y los detractores a ultranza de este alimento, pero desde luego no te deja indiferente.

Y me refiero a la auténtica, a esa que resulta del triturado hasta conseguir una pasta densa de cacahuetes tostados y pelados, y punto (ni sal, ni azúcar, ni miel, ni grasa de palma…). Puedes hacerla en casa sin ningún problema, sólo tienes que tener un aparato que muela los cacahuetes (molinillo con cuchilla específica o procesador de alimentos) y un bote de cristal para conservarla en un lugar seco fuera de la nevera. Si la compras ya envasada, fíjate que los ingredientes que contenga sean exclusivamente 100% cacahuetes tostados. Actualmente puedes encontrar además su versión ecológica en tiendas especializadas de alimentación ecológica. Ojo porque, al ser un alimento que está popularizándose cada vez más, hay muchas versiones de esta crema que suponen un insulto a cualquiera que pretenda comer algo saludable. Y digo yo, ¿por qué se tiene que añadir azúcar o grasa de palma a un alimento más bien salado y ya de por si graso y palatable? Qué manía de adulterar sabores y crear adictos al producto procesado. 

Crema de cacahuete NO 480x640

Imagen: Etiquetado crema de cacahuetes, ejemplo de LO QUE NO HAY QUE COMPRAR. Lleva azúcar, grasa de palma y sal. Y encima, es ideal para niños y adolescentes por su "alto nivel nutritivo", no le falta un detalle...

 

A nivel nutricional resulta un alimento fantástico, concentrado de proteína vegetal, fibra, ácidos grasos mono y poliinsaturados, vitamina E y magnesio. Es cierto que, como todo fruto seco, aporta un contenido energético elevado, por eso la cantidad que se utiliza como base para cualquier receta es moderada.

EEUU es el principal productor de mantequilla de cacahuete y su consumo se remonta a finales del XIX, aunque hay otros países como Australia, Reino Unido o Canadá que también lo consideran dentro de su alimentación habitual. Cómo no, hay muchísimas recetas yankies que a mí no me seducen lo más mínimo (por ejemplo, sandwich de mantequilla de cacahuete y bacon, y el más famoso, peanutbutter and jelly sandwich, o también llamado PB&J, un sandwich de mantequilla de cacahuete y mermelada).

Con la mantequilla de cacahuetes podemos hacer infinitud de platos, como salsas para verduras, ensaladas, noodles, langostinos... untada en pan, base para hummus (en lugar de tahiniI), barritas de cereales, galletas…

Yo he hecho una receta bastante rapidita combinada con copos de avena, para que queden trocitos al masticar. Y la verdad, es un placer poder disfrutar de este bocado un domingo por la tarde, frío, desapacible (como cualquier domingo que precede a un lunes...) y rodeada de folios y material de trabajo. Ya llevo dos mientras escribo este post, con un cafelito humeante que aprieto entre mis manos para calentarlas. No descarto una tercera. La vida es cuestión de prioridades. 

Manos a la obra:

GALLETAS DE MANTEQUILLA DE CACAHUETE Y AVENA

LO QUE NECESITAS (para unas 15 galletas)

  • 4 cucharadas soperas colmadas (c.s.c.) de de harina integral de trigo/espelta
  • 6 c.s.c. de copos de avena integral
  • 6 c.s.c. de leche (la que quieras)
  • 3 c.s.c. de mantequilla de cacahuete (100% cacahuete, ni un ingrediente más)
  • 1 cucharada pequeña de azúcar integral (opcional, sin azúcar están igualmente exquisitas)
  • ½ sobre de levadura en polvo

AL LÍO:

Galletas de cacahuete 2 480x640Mezclar todos los ingredientes en un bol y amasar con las manos. Dejar reposar la masa durante 15 minutos. A continuación, hacer bolas con las manos, escogiendo pequeñas porciones de la masa en función del tamaño que queramos tener de galleta.

Disponer las bolas, en una placa de horno cubierta con papel vegetal, separadas entre sí unos 2-3 dedos y aplastar con los dedos dando forma de galleta (no especialmente uniforme, a mí al menos me gusta que no sean todas igualitas las unas a las otras). Es preferible hacer varias tandas, pero que queden bien separadas entre sí.

Hornear a 180-200° durante unos 15 minutos, o hasta que empiecen a dorarse los extremos.

Cuando las saques del horno, déjalas en una rejilla enfriándose para que no se humedezcan en su base. Para conservarlas, lo ideal es un bote de vidrio hermético. 

 

 

Galletas de cacahuete 5 640x480Galletas de cacahuete 4 640x477

 

Bon appétit, et bonne semaine.

Publicado en Recetas

Aunque este post lo escribí hace unos años, mis pensamientos y manera de enfocar la situación post navideña, permanecen. Es por ello que, tras leerlo, no he sentido la necesidad de añadir una sola letra, mi intención es continuar en la línea de pensamiento en la que me movía hace cuatro días. Bienvenido 2024. 

El nuevo año ha irrumpido en mi vida con una sutileza inesperada, tan sigiloso, tan trivial… No sé qué ha pasado, si quizás es que no esperaba al nuevo, o no supe despedir al antiguo. De momento, he optado por quedarme con los dos, hasta que me tome el tiempo de digerir 2023. A veces el ritmo de calendario me plantea serias dudas sobre si quiero y puedo seguir esta velocidad a la que vivimos, o debería modular una velocidad propia. Lo cierto es que nunca me había pasado hasta esta nochevieja, en la que, mientras me atragantaba a golpe de uvas, pensaba ¿y ya está, otro año más? Ni que los coleccionáramos. Debo estar en plena ciclogénesis personal.

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Las navidades, como escribía en el post anterior, pueden plantearse de muchas maneras, allá cada cual dentro de sus límites de libertad, pero deberíamos atesorar un cierto sentido de autoconservación. Me refiero a la relación que establecemos con nosotros mismos, a nuestras emociones, pensamientos y acciones que nos describen. En unos días empezaremos de verdad el año, cuando ya los regalos se hayan abierto, los contenedores de basura se colapsen de envoltorios apenas estrenados y directos al vertedero, y el roscón se haya degustado (con remordimiento, porque ya estamos hasta arriba de polvorones). A partir de ahí, la ansiedad de empezar cuanto antes la dieta y el gimnasio volverá a ser la comidilla en la cola de la frutería, donde acudiremos con más asiduidad a comprar kilos de salud, en formato exprés, que no hay tiempo que perder, y la primavera acecha. Ahora la sociedad estrena zapatillas, bebe agua para depurar y compra todo lo que Mercadona etiquete como saludable y detox (= adelgaza), amén de las recomendaciones para depurar el cuerpo después de los excesos, porque, como dijo aquél, yo la teoría me la sé.  

Y luego estamos los nutricionistas, esa figura que cabalga entre confusos caminos, siempre lista para entregar la dieta detox, adelgazante y milagrosa, que definitivamente, te haga desprenderte del remordimiento y las inseguridades que nos infunde vía intravenosa la industria alimentaria, Instagram, la canija y el fuertecito de la tele. Pero la realidad me devuelve a mi cubículo profesional, donde con paciencia y muchas horas de trabajo entre el paciente y yo, vamos poco a poco esclareciendo la GRAN MENTIRA MILLONARIA que nos ha metido dentro de esta rueda de hámster. Y no estoy hablando únicamente de problemas de sobrepeso y obesidad, la insatisfacción con nuestra imagen corporal y la vinculación emocional con la comida en personas delgadas, ocupa también un lugar prioritario en este momento.

Aprender que lo que realmente necesitamos no es ponerse a dieta para adelgazar kilos de ansiedad e insatisfacción, sino detenernos a entender qué es lo que nos hace sentir bien y mejora nuestra salud (= vida), y trabajar para conseguirlo. Sí, esto es la nutrición, por mucho que el mundo fitness y ciertos influencers quieran trasladarnos otra cosa.

Démonos cuenta de una vez que empezar otra dieta milagro más forma parte del negocio, del que por cierto, tú no ganas nada, sino que puedes llegar a perderlo todo.

No planteo un proceso fácil ni rápido, eso es lo que nos llevan vendiendo décadas, y así nos va, cada día más enfermos física y mentalmente, pero si conseguimos llegar al final, es tremendamente satisfactorio, para ambos. Optar por el servicio más dificultoso y con resultados menos visibles a corto plazo, es la propuesta menos conmovedora que podría ofrecerle a una empresa que base sus ganancias en el comercio de la estética y la imagen. Por eso no me dedico a vender cápsulas y súper alimentos, sino a acompañar a las personas en un proceso que les ayude a llevar una relación más tranquila con la comida y con su cuerpo.

Hay muchas franquicias y grandes corporaciones de toda índole frotándose las manos con la época que viene ahora, muchas las personas vulnerables que pican en el anzuelo y un negocio mundial en torno a la FALACIA DE LA SALUD (saludable, sano, detox, fitness, zero…), que sólo se sostiene, económicamente hablando, si hay gente enferma, obesa o insatisfecha con su imagen, que siga necesitando del sistema.

 

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Algo debemos estar haciendo mal para que llevemos décadas a dieta y creamos que estamos comiendo sano, pero en las consultas médicas cada día haya más gente a las que se les dé pastillas que estabilicen sus glucemias y su sistema nervioso, a punto de colapsar.  

Mi consejo profesional (y personal) es que no deposites la esperanza de cambio en nadie, ni en el mejor y más mediático de los profesionales de este país. Piensa que el cambio vas a hacerlo tú, y para ello tienes que ser completamente consciente de las dificultades que todo ello implica, y estar convencido/a de que aquello que te vas a plantear es bueno para ti. No importa el momento del año, no tiene por qué ser ahora, ni porque el médico te haya dicho que tienes que perder ocho kilos o en la próxima revisión empezarás con la pastilla del colesterol. Lo que importa es que tú te lo creas, que estés convencido/a de que quieres mejorar tu salud y por tanto tu vida, y para ello, el momento debes elegirlo tú. Y cuando todo esté claro en tu mente, el camino será mucho más gratificante (y efectivo).

Me parece un buen ejercicio de reflexión para acercarnos con ternura y curiosidad a nosotros mismos, deteniéndonos a recapacitar ¿qué es lo que yo realmente quiero? Si sólo por un momento hiciésemos caso de esto, experimentaríamos una sensación de felicidad sincera, y probablemente, obtendríamos resultados distintos a los que acostumbramos a tener.

 

 

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